ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟙

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Desde mi niñez, nunca vi ningún cielo azul como mencionan en antiguos libros, ese color gris es el único que conozco, igual que mis antepasadas; viviendo en pequeños pueblos, con grandes sembradíos, mientras el castillo entre las montañas es inmenso, la piedra oscura con tonalidades rojizas lo forjan. 

No somos faes, ni hombres, nosotras somos k'eña, hijas de la oscuridad y sombra, nacidas en este pozo oscuro, esclavas del silencio,  nos recluimos en este lugar por eones; de ser dioses pasamos a ser nada ante este mundo, apenas si recordamos el nombre del primer rey. 

Nos volvimos arcaicas, la magia ya no es tan fuerte como antes, es escasa y pocos la pueden obtener. Cada paso que doy una silueta me sigue atenta a lo que hago y digo, en este lugar todas somos  k'eñas, nunca veras a un barón, ellos son asesinados por sus madres cuando nacen, es algo horrible, pero podrían sufrir más si estuvieran vivos, como nosotras. Esto es un decreto real, los únicos que pueden vivir son los hijos de la reina,  ¿por que? no lo se, tal vez nadie lo recuerde.

Otro paso el polvo se alza, al siguiente todos bajan la mirada. Pero este decreto no tuvo efecto en tres ocasiones, ahora creo que son mayores, el propio rey los esterilizo, nadie sabrá nunca la razón del porque siguen vivos, tal vez quería ver otros rostros que no fueran el suyo. 

Hace mucho el mundo nos olvido, pero nosotros a el no, atentas a sus movimientos, todas esa guerras que ocurren, simples actos banales, que nosotras pudimos haber terminar en un abrir y cerrar de ojos, pero nadie hubiera imaginado lo que pasaría, ni el propio rey pudo haberlo imaginado, lo que sucedería cuando Feyre rompemaldiciones apareció, el como destruyo a Amarantha, luego la guerra entre las cortes, y al final la destrucción del caldero. 

Cuando esa magia volvió, encendiéndose como una gran llama en nuestros cuerpos, volviendo a sentir todo el mundo, incluso la aparición de un igual en esa isla dio esperanza y eso no podría ser tomado a la ligera, muchas tuvieron miedo con el poder que tenían, otras simplemente velaron por el bien de la corona; después de todo lo sucedido afuera, dentro comenzaba una rebelión en contra del rey, una que fue fugaz, yo estuve de acuerdo con la rebelión, mi castigo fue seguir con vida en este pozo de mierda.

En las almenas xonen observaban con ojos brillantes, con trajes hechos del mismo material que el castillo cubrían sus cuerpos, hicieron señales para darme paso. Hace poco Rewin había sido coronado como rey, después de haber matado a casi toda la corona; nadie dijo nada, nadie lloro por ellos, lo que hizo era una tradición, ahora esperábamos que el eligiera una reina, podre de aquella que elija. 

Cada una de nosotras éramos hijas de los viejos reyes. Yo era hija del anterior, por ende media hermana del rey actual, podría elegir a cualquiera, la línea seguiría siendo pura. Dentro del castillo fui directo a las cocinas, el lugar era grande y frío, siempre en trabajando en silencio. Éramos simples sombras.

Tome mis guantes y cubeta, empezando a limpiar el lugar. A veces se escuchaban gritos, se volvía común después de siglos aquí. ¿Qué podría pasarme?. La realidad me impactaría con rudeza, al terminar mi jornada, en camino a casa, una xonen me detuvo mencionando

—Él quiere verte.

Por un momento todo se detuvo volviéndose blanco.

Por un momento todo se detuvo volviéndose blanco

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La Diosa De La Oscuridad ✴Where stories live. Discover now