ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟙𝟘

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Entre en el comedor, pero no había nadie. La mesa estaba lista, con comida aún caliente. La chimenea estaba encendida, afuera la nieve caía sin parar. Tome mi lugar, sirviendo un poco de todo. Las puertas se abrieron, cuando había terminado, la xonen se acercó inclinándose.

—Su majestad, lamentablemente el día de hoy, nuestro rey no podrá verla, está ocupado por un tiempo, pero envía estos regalos.

Diferentes leghs cargaban grandes cofres, dejándolos cerca de mi, los abrieron, dentro se podían ver piezas de joyería, gemas, telas y coronas, cada una brillaba más que las demás.

—Déjenlas en mi cuarto, cuando termine de comer, las revisare —ella asintió, levantaron los cofres, dejándome sola, por fin, un momento de tranquilidad, comí con calma, todavía había mucha comida, así que fui a buscar a alguna de las legh, cuando la encontré la lleve dentro.

—Aún hay mucha comida, es malo que se desperdicie...llévala y repártela con las demás, si alguna xonen te llama la atención, dile que fue mi orden —no había levantando su mirada, tomé su mentón, podía ver algo de ira, miedo y hambre, esa mirada que era mía —no seas terca, el clima será malo por un tiempo, sabemos que esto afectará los cultivos.

—¿Y eso le importa a alguien que vive en lujos? —quite mi mano con rapidez, sus palabras eran filosas.

—¿Vivir con lujos? keña...créeme que no es por que yo lo desee —me aparte recogiendo mi plato y vaso, algo de nuevo se volvió a estremecer en mi pecho, no debía estar enojada con ella, ni con ninguna otra, el tiempo nos había nos vuelve seres hostiles y listos para herir, fui hasta la cocina, ahí estaban más legh, todas se inclinaron, viejos rostros y a la vez nuevos, apreté con fuerza la tela de mi vestido, los sentimientos volvieron, entre con la mirada agachada, camine hasta el lavaplatos, pese que no habían alzado la cabeza, ellas observaban, abrí el grifo, la agua helada quemó mi piel, lave los platos, dejándolos limpios, salí sin más, mis manos estaban rojas, de estas resaltan las cicatrices prueba de lo que había hecho durante toda mi vida.

Los cofres estaban alineados frente a la ventana, tomé algunas mantas cubriéndolos. 

No se veía el pueblo, apenas las almenas y los fuegos, el paisaje estaba siendo devorado por la nieve. Cerré la cortina, tomando papel y tinta practicando mi escritura en esa lengua nueva, llamaron a la puerta, lance el papel al fuego.

—Adelante —Mariel se asomó por la puerta, entrando, y acercándose a la chimenea, estaba cubierta de nieve, fue a cerrar, camine hacia ella.

—El clima es horrible, ¿Qué paso?

—Está intentando jugar con cosas que no entiende, pero nosotras debemos aprovechar —terminó de quitarse la nieve — ¿Te gustó la lectura?

—Fue mucho, pero estoy sorprendida de todo lo que pasó.

La Diosa De La Oscuridad ✴Where stories live. Discover now