ℂ 𝕒 𝕡 í 𝕥 𝕦 𝕝 𝕠 𝟛𝟚

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𝓓𝓪𝓮𝓷𝓪


Alguien abrió las cortinas, la luz me dio en la cara, Teya, tomo mi baúl abriéndolo, saco algunas prendas y las dejo a los pies de la cama. Me incorporé. Vi mis pantalones y algunos trajes de gala que colocaron por si había alguna celebración. 

 —Buenos días, Teya —dormí tan cómoda que apenas quería alejarme de esa cama. Estire mis brazos, estos tronaron un poco. 

 —Buenos días...Cal — me puse a su lado, para ver la ropa, tome otros pantalones y una playera que se ajustaba en mis codos. —¿estás segura? 

—¿Por qué no? 

 —Es poco femenino 

—Bueno, yo lo catalogo como un poco más liberador. —busque mi ropa interior, luego al baño, tomé aquella ducha sintiéndome paz, aunque claro, Teya aún hacía algo en el otro cuarto.  

 Al pasar mis manos por mi cabello algo llamó mi atención, mi muñeca hacia abajo estaba roja, como si me hubiera rascado, no me dolía, ¿Qué extraño?, creo que tenía algunas pulseras para cubrirlo, ¿por qué estaba pasando? ¿Acaso era alérgica a algo? Sequé mi cuerpo colocándome mi ropa interior, salí cubierta por una toalla, las cortinas estaban entre abiertas. 

—¿Necesitas ayuda para ponerte la ropa? 

—No, yo puedo, gracias —al salir, vi mi baúl, ¿acaso?.

Arrodillada. Lo abrí sacando la ropa, el sonido de algo pesado chocando contra el suelo, llamó mi atención, vi el objeto rodar bajo la cama, metí mi brazo para agarrarlo el frío del metal, beso mi palma, era un arete, hecho de oro y con una esmeralda del tamaño de mi meñique, ¿Quién ocuparía esto? ¿Por qué Teya lo colocó aquí? ¿Habrá colocado más? Me culparían de robar, estaba claro ¿por qué? ¿Acaso se molestaron en que no me rompiera anoche? 

Desecharía esto, no podía lanzarlo simplemente ahora, ni tampoco en la noche, estarían en mi camino, además podría haber ojos y testigos podrían culparme. Mi magia siseó, vi el cuarto un poco más oscuro, podría destruirlo, subir el objeto con mis manos, solo pensando en destruirlo, creer que alguna vez estuvo aquí, las corrientes frías y oscuras subían por mi cuerpo hasta mis manos, sentí como aquellos lazos, presionaban sobre el oro, como se volvían uno consumiéndolo, luego solo fue cuestión de aparentar. Mis lazos se alejaron, al abrir un poco mis manos, vi polvo como si fuera carbón

¿Dónde lo dejaría, enterrado en una planta, lo lanzara por la ventana? O... La taza del baño, mis lazos giraron la perilla, levante la tapa con mi pie y deje el polvo caer, limpie bien mis manos, jale la cadena viendo el agua girar e irse. ¿Habría más cosas?

Me vestí con rapidez, ¿para qué tenía mi magia si no la usaba para salvarme? De pie en medio de la habitación, extendí mis manos, la energía volvió a mí, solo tenía que dar una orden, "buscar" "habitación" "lo que no es mío" el siseo se escuchó en el fondo de mi pecho, vi de nuevo los lazos. 

La Diosa De La Oscuridad ✴Where stories live. Discover now