"El tiempo y el aire son iguales, sabemos que estan aquí pero nunca los vemos"
"Con mantas de oscuridad, coronas de espinas y ojos brillantes, los dioses siguen aquí; entre sus castillos de piedra y bestias horrendas, ellos esperan el momento de vol...
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Consiguió las pieles, me aseguraba de tenerla sobre mis hombros todo el tiempo que estaba despierta, habíamos regresado en otro momento aquel lugar, esta vez nade dos vueltas, hasta que me canse.
El cielo comenzaba a verse un poco durante las noches, pero si veías durante el día parecía que algo brillante estaba entre las nubes, ella me dijo que el domo se había caído en algunas partes, que incluso unos guardias faes habían estado en las faldas de una montaña al norte, tuvieron que hacerlos olvidar, aunque creo que no solo hicieron eso, las tropas habían aumentado en esos puntos, que incluso enviaron a la élite a los reinos vecinos en el continente. Serpientes que escucharan todo, le pregunté si él quería expandirse, dijo que no estaba segura, en cambio, la elite si quería.
Volvió a mostrar el mapa una vez más, repetí todo lo que me decía una y otra vez, releí la carta de mi madre, quería recordar cada palabra, para cuando tenía miedo, esas palabras fueran mi salvación.
—De nuevo, fallaste al decir viajar.
—Siempre olvido pronunciarlo bien —suspiré, tomando la hoja otra vez. — Mucho gusto
—Solo úsalo si alguien es cordial, no vayas por ahí te mirarán mal.
—Soy Calisto, mi corte es la primavera, ¿tengo 70? ¿seria muy vieja?
—Si, bueno, cambiemos un poco la historia, ¿Tus padres de donde son Calisto?
—Son de la primavera
—¿Dónde estuvieron durante esos 50 años?
—Ellos huyeron, nací en Xian, pero a veces nos movíamos a los otros reinos faes, al sur del muro.
—¿Qué más?
—Ellos están muertos, vendieron las pocas cosas que teníamos, mi padre era un adicto a las apuestas, murió porque no pagó sus deudas, yo y mi madre trabajamos para una fae, pero la enfermedad la consumió.
—¿Qué enfermedad?
—Difteria —me moví incómoda.
—Pobre... ¿Entonces cuántos años tienes? ¿Y qué hiciste para sobrevivir?
—No sé... Bueno si a esos 50, le quitamos 30, puede que tenga veinte... y
—¿No deberías tener más hermanas?
—Murió muy joven.
—¿Quién?
—Mi hermana
—¿Cómo se llama?
—Catarina... ten cuidado, meter verdades en mentiras puede ser complicado
—Nos sería más empático, también se vería creíble... —simplemente movió la mano.
