Capítulo 30: Discusión

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William le explicaba a Aria los sitios de interés por los que pasaba el auto, ella fotografiaba sin parar, parecía una niña en juguetería. Aparcamos en el estacionamiento del edificio y bajamos, William bajaba la maleta de mi amiga cuando ella comenzó a tomar fotos del inmueble.

-¿Y esto qué es?- preguntó mientras enfocaba.

-Aquí es el departamento- susurré a su oído. 

Por poco se le cae la cámara y me miró boquiabierta. La dirigí hacia el lobby, donde el portero nos saludó con algo de extrañeza, reí al intentar adivinar su pensamiento, de seguro temía que William hospedara a toda su clase un día de estos. Llamé al elevador con mis acompañantes a mis espaldas, Aria trataba de no soltar miradas de asombro. Al llegar al piso William abrió la puerta y nos dejó pasar, la luz solar entraba a raudales por la pared de cristal, lo que iluminaba el departamento, fue allí cuando Aria perdió la compostura.

-Vane, dime por favor que no estás saliendo con un mafioso- susurró a mi oído, se le veía genuinamente preocupada. No pude reprimir una carcajada.

-Es completamente legal, te lo aseguro- respondí divertida.

La invité a pasar, recorrió con la vista todo el lugar, seguramente estaba buscando los sitios con mejor luz para las fotografías. William colocó la maleta sobre la cama y le indicó que esa era la habitación, donde podía dormir junto a mí. Aria entró a conocerla como si le estuvieran vendiendo un departamento.

-¿Quién te enseñó a ser un caballero?- comenté mientras lo abrazaba, me inquietaba su calma ante las situaciones, parecía tenerme una paciencia infinita y no se molestaba siquiera por compartir su departamento y que lo privaran de su habitación.

-¿En verdad quieres saber?- preguntó con una sonrisa arrogante, me alejé de él con el ceño fruncido, lo que le provocó una risa, me acercó de nuevo a sí. -Fueron Colette y mi madre.

Me volví a la habitación aún entre los brazos de William para descubrir a Aria fotografiándonos. En ese momento me percaté de que no teníamos ninguna foto juntos, mi celular estaba lleno de fotos de él, pero no recordaba aparecer ambos en ninguna.

Le pregunté a Aria qué quería comer, a lo que inmediatamente me respondió que sushi, William sonrió por las similitudes de mi amiga y yo. Optamos por un establecimiento cercano, era un restaurante al estilo japonés, incluso las mesas eran al estilo tradicional, la decoración era rústica y el piso de madera.

Una mesera demasiado amable para mi gusto nos dirigió a una mesa para tres, donde tomamos asiento y ordenamos. Aria tomaba fotografías de todo, de la comida, del lugar, de mí con una rodaja de sushi en la boca... Le miré con reprimenda y me respondió con otro clic de su cámara.

Para mi desagrado, la muchacha del inicio se había turnado con otra mesera para atendernos, se comía con la mirada a William cada vez que nos preguntaba si todo estaba bien... cada cinco minutos. Escuché la risa de Aria a lo bajo, por lo que deduje que tenía alguna expresión de enojo en el rostro.

-No me gusta este lugar- declaré al borde de una rabieta.

-¿Qué tiene de malo?- inquirió William terminando su platillo con la mayor calma.

-El personal no le agrada- intervino mi amiga burlesca.

-¿De verdad? Si la mesera es de lo más atenta, nos pregunta si todo está bien cada cinco minutos, no debe tardar en llegar de nuevo- replicó él divertido.

Efectivamente al cabo de un instante la mesera se nos acercó, Aria soltó una carcajada sin poderlo evitar, por lo que la chica le hizo mala cara. Apenas pronunciaba su habitual frase cuando le interrumpí.

Mi nombre es WilliamWhere stories live. Discover now