Capítulo 6: William

20 3 0
                                    

Pocas veces había recibido impresiones tan fuertes, de ese tipo de emociones que te hacen querer huir, soy una mujer valiente y de carácter firme, pero en mi primer día en Columbia me sentí un venado cuyo cazador observaba inmutable en la sabana, sonriéndole antes del acecho.

Me giré sobre mis pies y salí del aula, no conocía los pasillos, pero me importaba poco, tras un rodeo salí al fin a la explanada principal y bajé las escaleras con rapidez. Me refugié detrás de uno de los grandes pilares de roca y cubrí mi rostro entre mis manos.

-De ninguna manera- susurré para mí, pero la viva imagen de ese chico me asediaba. Era imposible, esas cosas no pasaban en la vida real, los sueños eran producto de nuestro subconsciente, eso me decía mi mamá.

Tomé mi celular y marqué rápidamente el número de Aria. Me respondió al segundo timbre.

-Cuéntamelo todo- dijo entusiasta.

-¿Crees en la hechicería?- inquirí con voz nerviosa. Aria guardó silencio un momento.

-Vane, ¿te ofrecieron algo de comer o beber?- preguntó con cautela.

-No estoy drogada, Aria. Ha pasado algo de lo más extraño, no sé qué creer, se supone que esas cosas no pasan- relaté cada vez más intranquila.

-A ver, respira, calma. Cuéntame qué sucede- pidió con voz serena.

-Desde los doce años sueño con un chico de ojos color caramelo, que es prácticamente la perfección andante, pero jamás lo había visto... hasta hoy. Está aquí, en mi salón de clases, y sé que es él, no sólo por sus ojos, de alguna manera sé que es el que ha estado en mis sueños estos últimos ocho años- relaté y poco me importó si Aria creía que era una niña cursi o que de plano había perdido un tornillo.

Aria guardó silencio, parecía estar analizando lo que le acaba de revelar y pensaba su respuesta cuidadosamente.

-No me crees, ¿verdad?- pregunté a mi pesar.

-Sí, claro que te creo, sólo es que... todo es... ¿qué hiciste cuando lo viste?- contestó tras un resoplido.

-Salí corriendo- confesé al instante y Aria rió fuerte.

-¿Y él?

-No lo sé, no me iba a quedar a averiguarlo- respondí tajante. -Un chico sale de mis sueños, pero no de mis fantasías, sino de mis sueños sueños y no sé si tengo el coraje para verle.

-Vane, si tú no tienes el coraje, nadie en la faz de la tierra lo tendrá. Vamos, eres la chica de peor carácter del mundo, apuesto a que ya te peleaste con alguien hoy- comentó y reí para mis adentros. A lo lejos vi a Mary buscarme con la mirada y decidí terminar mi llamada.

-Te he buscado por todos lados, ¿qué te ha pasado? Saliste corriendo y no pude seguirte el paso- inquirió preocupada la chica.

-Lo siento, me ha parecido que confundí a William con alguien más y eso me ha ocasionado algo de pánico, pero ya estoy bien- respondí forzando una voz serena.

-¿Confundir a William? Pero si a ese hombre no se le puede confundir con nadie, es imposible- sonrió ella.

"Te sorprenderías de saberlo" pensé para mis adentros.

-Como sea- agregó Mary ante mi silencio. -Eres todo un personaje, Vanessa, no le temes a nada, vaya que enfrentarte a Michaels y luego a Alice en un sólo día... eres asombrosa.

Me reí ante su tierno comentario.

-Cuéntame sobre Alice, ¿es así con todo el mundo?- pregunté.

-Sí, con todos menos los que ella acepte dentro de su club de clasistas, su madre es inversionista en la universidad y por eso se cree tan poderosa, pero nadie la soporta- reveló.

-Creo que hice mal en buscarme enemigos en mi primer día, Mary- confesé bajando la voz.

-Alice hubiese sido tu enemiga tarde o temprano, porque tú eres su opuesto, eso te lo aseguro.

-Entonces, enhorabuena que fue temprano- acepté y me encaminé con Mary de vuelta a mi nueva escuela.

Durante el periodo libre que teníamos, desayuné con Mary sentada en el césped de la explanada y me armé de valor para volver a ingresar en el aula de clases. Para mi fortuna estaba casi vacía y no se veía rastro alguno de mi chico. Tomé mi lugar y apreté mis manos una contra la otra para tranquilizarme. De pronto un chico moreno y alto se nos acercó, portaba una chaqueta de mezclilla holgada sobre una camisa sencilla color blanca, se movía seguro de sí mismo.

-¿Es seguro acercarme?- preguntó sonriendo.

-Sólo no la hagas enojar, Jordan- respondió Mary divertida.

-Por favor, basta. No era mi intención causar esta impresión, de verdad seré diferente a partirde ahora- prometí apenada.

-Eso sería una lástima- intervino una melodiosa voz que me cortó el aliento, a unos pasos de distancia William me sonreía y me miraba con intriga. Oh, no. Me costaba encontrar aire, pero no quería que nadie se diera cuenta de mi inestabilidad. Opté por fingir una breve risa simpática.

-Debió ser la adrenalina, juro que no soy así- respondí y mis interlocutores sonrieron, pero William se acercó aun más a mi mesa.

-¿De verdad?- inquirió y me sostuvo la mirada. ¿Trataba de intimidarme? Cielos, ¿cuántos encuentros así se necesitaban en un primer día de clases?

-Tal vez lo sea cuando lo ocasión lo requiere, es una especie de homeostasis- le dije al reternerle la mirada. 

-Te aconsejo que mejor tengas cuidado, entonces, William- intervino Jordan, quien se sentía que le habían quitado la atención. William le sonrió cortesmente y se encaminó a su asiento sin decir otra palabra.

-No te lo tomes personal, Vanessa, naturalmente serías el centro de atención después de lo de esta mañana- murmuró Jordan.

-¿Es así con todos?- pregunté aún observando a William, quien ya se había concentrado en escribir algo en su libreta con semblante impasible.

-No, la mayoría no merecemos su atención- dijo con desdén el chico.

-Es sólo reservado- le defendió Mary.

-O un engreído- sostuvo Jordan. -Como sea, me alegro de que estés aquí, Vanessa, me tienes a tus órdenes en toda tu estancia.

-Gracias, también yo me alegro de estar aquí- dije mientras aún observaba de reojo a William, a quien los rayos de sol le daban un ligero efecto dorado sobre todo su cuerpo.

Mi nombre es WilliamWhere stories live. Discover now