Capítulo 53: Para siempre.

14 3 0
                                    


Epílogo

Solía pensar que tu hogar se resume a las cuatro paredes donde creciste, que tus sueños son inamovibles, que los proyectos están escritos en piedra y que conocer a William en Nueva York significaba elegir entre la vida que tenía y la que surgía a partir de él.

No podía estar más equivocada. Ir a Columbia me cambió de raíz, me hizo percatarme de que no sabía quién era en realidad, sino quién debía ser, ¿pero para quién? ¿Para mi familia? Ellos me aman en cualquiera de mis manifestaciones, donde quiera que viva y con lo que sea que sean mis sueños. Los extraño a veces, no mentiré, pero me consuela saber que no puedo estar sin ellos cuando están siempre en mi corazón, por más kilómetros que nos separen. 

Tener todo bajo control sólo me sirvió para perder el control sobre mí misma, para perderme en proyectos que ya no eran míos porque yo ya no era esa niña que los planeó... pero perderme me sirvió para darme cuenta de que debía encontrarme de nuevo, y que estaba bien hacerlo. 

Y lo de elegir entre dos vidas... bueno, me río al pensarlo, porque ¿qué es la vida, qué es estar vivos? Para mí, es todo aquello que nos haga irremediablemente felices, lo que nos hace levantarnos por la mañana y pensar "Qué alegría que estoy vivo", lo que nos hace querer construirnos, mejorar, aprender y no desistir ante los obstáculos inevitables. 

Mi familia es mi vida, mis sueños lo son, pero también lo es William. Todo junto, sin divisiones. Y donde sea que esté, toda mi vida está conmigo, en cada latir de mi corazón y en cada vez que miro al cielo y agradezco poder respirar en este preciso momento.

Ya no he vuelto a soñar con William y él también me confesó que no me ha visto en sueños de nuevo desde que dejamos Nueva York, pero no nos importa. Lo veo cada mañana al despertar, cada vez que prepara desayuno y yo me dedico a observarlo mientras pongo la cafetera, al salir de nuestro departamento en Londres (provisional, claro), al asistir a clases en la universidad, al volver a casa y cada noche antes de dormir a su lado.

No puedo decir que sea perfecto, pero no necesito que lo sea, quiero que sea real. Nuestras discusiones más recientes giran en torno a en qué país estudiaremos el doctorado y a si la boda será en enero o en febrero, y es que ninguno sabe lo que nos traerá el mañana... ¿pero qué importa?

Mi nombre es WilliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora