Capítulo 29: Aria

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El sonido de la alarma nos despertó a las cinco y media de la mañana, me costó liberarme del abrazo de William para apagarla. Me quedé algunos minutos más acurrucada en su pecho hasta que me armé de valor para salir de la cama; tomé unos vaqueros, una blusa blanca y una sudadera rosa pastel antes de ingresar a la ducha, salí al cabo de veinte minutos y William ya no estaba en la habitación. Me asomé a la sala para encontrarlo saliendo de la ducha del baño principal, vestía un pantalón negro y una camisa azul marino de manga larga, me sonrió de forma cautivadora en cuanto me vio.

-Buenos días- saludó mientras se acercaba a mí.

-Buenos días- respondí con voz dulce y le abracé, me sentía de un humor estupendo esa mañana.

William preparó un desayuno rápido, lo comimos y nos encaminamos a la universidad. Durante el trayecto planeábamos qué haríamos ese día, debido a que era viernes sólo teníamos agendada una clase; decidíamos entre un maratón de películas o salir a cenar cuando llegamos al estacionamiento.

Cuando llegamos al aula Mary esperaba sentada en nuestro escritorio, en cuanto me vio llegar bajó la mirada, abrió la boca para decir algo, pero la cerró de inmediato. Suspiré y le solté la mano a William con una sonrisa de disculpa para acercarme a ella.

-¿Está ocupado?- pregunté señalando el asiento. Mary me miró con ojos de cordero degollado antes de comenzara a llorar, sus lágrimas me alarmaron. -¿Qué pasa, Mary?

-Lo siento mucho, Vanessa- habló entre sollozos. -No sabía cómo actuar, no sabía si querías hablarme después de lo que Colin te dijo, tenía miedo de que me rechazaras.

Tomé asiento y le abracé, le sonreí cálidamente para apaciguar su llanto. 

-Tonta, ¿cómo podría enojarme contigo?- repliqué riendo, a lo que ella siguió llorando.

Se calmó justo antes de que el profesor llegara, la clase transcurrió con normalidad y terminó pronto. En cuanto el docente salió, Jordan nos abordó en nuestro escritorio.

-¿Listas para mañana?- inquirió con entusiasmo.

-¿Qué hay mañana?- cuestioné con curiosidad.

-¿Pues qué habrá? Tu fiesta de cumpleaños, bueno, salida de cumpleaños- anunció Mary.

-Sabemos que es el domingo, pero el lunes tenemos clases y pensamos que tal vez lo pasarías con William- aclaró mi amigo.

-No se hubieran molestado- expresé con timidez.

-William ya sabe a dónde llevarte, nos vemos a las nueve- advirtió Jordan señalándome con un dedo y alejándose por la puerta.

Mary se despidió de mí con un abrazo fuerte. William se acercó a mí y le tomé la mano para dirigirnos al auto, andábamos por el pasillo cuando recibí una llamada, saqué mi celular de mi bolsillo para descubrir el número de Aria. Contesté de inmediato.

-Acaba de llegar el mejor regalo de cumpleaños que tendrás en tu vida- anunció orgullosa.

-¿De verdad? Mándame una foto, por favor- pedí con emoción.

Aria colgó, un segundo después sentí mi celular vibrar por un mensaje, abrí su chat y cargué la foto: era una selfie de ella misma sonriendo ampliamente, llevaba una sudadera anaranjada y un pantalón negro, estaba a punto de rodar los ojos cuando me fijé en el fondo de la foto... se veía la explanada de mi universidad. No podía ser.

Salí corriendo, atravesé el pasillo y salí por la puerta principal, busqué una sudadera anaranjada entre toda la multitud hasta que la encontré recargada en uno de los pilares del edificio, observaba a todos con suma curiosidad y cuidaba su maleta con una mano. Me localizó con la mirada mientras corría hacia ella, en cuanto arribé la envolví en un fuerte abrazo.

-Me estás asfixiando- bromeó riendo.

-No puedo creer que estés aquí- comenté con lágrimas de felicidad cayendo por mi rostro.

-Sabía que llorarías, deja te tomo una foto para enviarla a Miguel, me debe una hamburguesa- declaró mientras tomaba la cámara que colgaba alrededor de su cuello y me fotografiaba.

-Eso no lo extrañaba- reproché. -¿Cuánto te quedarás?

-Me voy el domingo al mediodía, desearía quedarme todo tu cumpleaños, pero desgraciadamente estudiamos escuelas un poco retiradas- comentó con sarcasmo.

En ese momento William se acercó a mí, se me olvidó por completo que caminaba con él, se le veía preocupado al verme salir corriendo de esa manera. Le extendí la mano para acercarlo a mí, lo que hizo relajar su semblante.

-Aria, él es mi novio William- presenté con orgullo en inglés, Aria lo hablaba de manera magnífica, así que no debía de preocuparme.

Aria se esforzó mucho en ocultar una sonrisa cómplice, sabía que dentro de ella estaba reprimiendo un comentario burlesco, William la saludó con cortesía y le comentó que le había contado mucho sobre ella.

-Oh, créeme que también a mí me ha contando mucho sobre ti- respondió sonriente. Le dediqué una mirada de reproche, lo que hizo ensanchar la sonrisa de mi novio.

Nos dirigimos al auto a petición de William, iba un paso detrás de nosotras mientras conversábamos, nos poníamos al día pronunciando demasiadas palabras por minuto, cuando llegamos al Tesla, William se ofreció a colocar su equipaje en el maletero.

-Pero si de verdad es de ensueño- susurró a mi oído mi amiga, la callé con la mirada de inmediato. -¿No le has contado?

-Aún no, ¿qué esperas que le diga? William, resulta que he soñado contigo toda mi adolescencia así que técnicamente te conozco desde hace ocho años... me tirará de loca o de intensa- repliqué en un murmullo.

Aria se rió de mí, debo admitir que extrañaba su risa, le abracé sin poderlo evitar, a lo que se defendió alejando mi cabeza y pronunciando "espacio personal".

-Por cierto, lamento decirte que los viajes a Nueva York son muy costosos, me quedé sin un centavo este mes, así que espero que me hospedes en tu departamento- comentó abriendo la puerta trasera.

Oh, no. Miré a William de reojo, noté que abría los labios sonriente para aceptar su orden con cordialidad, pero le pedí que callara con la mirada; me observó con extrañeza, de seguro creía que Aria ya estaría al tanto de todo lo ocurrido.

-Aria, necesito contarte algo- declaré con valentía. 

William entró al auto para darnos privacidad. Cerré la puerta que Aria había abierto y me recargué en el coche, Aria imitó mi postura mientras me miraba con curiosidad. Le conté a grandes rasgos lo que había ocurrido el lunes: la pelea con Colin, la inundación, cuando me enteré de que Alice y él habían sido los causantes, la señora Rivers pidiendo que me mudara y mi mudanza al departamento de William. Cuando terminé de hablar, noté que mi amiga me miraba con genuina indignación.

-Irrumpen en tu departamento, te dejan en la calle, una zanahoria hombre y ardida te insulta, te mudas con William, o sea ¡vives con William! Y no tuviste la cortesía de contarme nada- gritó colérica.

-Aria, entiende que temía que por error le dijeras a mis padres o a Esteban- me disculpé.

-Ah, además soy una chismosa, ¿sabes qué? Dame mi maleta, tomaré un taxi al aeropuerto- amenazó de manera dramática.

-Aria, por favor... lo siento, ¿sí? Perdón- admití mirando el suelo, ella sabía cuánto detestaba disculparme, me volví hacia ella, que sonreía emocionada.

-Está bien, pero debes de contarme absolutamente todo- ordenó.

Rodé los ojos y subí al asiento del copiloto, Aria subió al asiento trasero, desde donde nos miraba con una sonrisa reprimida. Oculté mi rostro entre mis manos, ni siquiera quise observar la expresión de William. Me volví hacia ella para reprenderla, pero ya había bajado la ventanilla y dirigido su lente hacia el exterior, tomaba fotos de la ciudad sin parar. La había extrañado mucho.


Mi nombre es WilliamΌπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα