Capítulo 44: Camino

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-¿Y qué dijeron tus padres?- preguntó tratando de sonar sereno.

Nos encontrábamos en nuestra cama, él estaba dibujando algo mientras yo acariciaba sus cabellos recargados en mis piernas. Lo miraba fijamente y apreciaba cada detalle de su rostro, cada rastro de su cuerpo como si de magia se tratase.

-Lo tomaron mejor de lo que esperaba, mi padre no dijo mucho, pero mi mamá preguntó por ti, cómo eras, cuáles eran tus planes, qué piensas de la vida... creo que ya se hicieron a la idea de que es algo serio- le respondí de manera despreocupada, me encontraba inmersa ordenando sus cabellos casi dorados.

-Ya veo...

-¿Noto miedo en tu voz acaso?- me reí.

-Por supuesto que no, ¿por qué habría de tenerlo?- me evadió y se dedicó a seguir dibujando.

Me hice a un lado y coloqué su cabeza sobre una almohada. Él se incorporó alarmado, dejando su libreta sobre la cama.

-Tomaré una ducha- anuncié con ternura, aún me costaba asimilar que aunque ambos éramos personas tan arrogantes y ensimismadas, fuésemos tan dependientes del otro.

Tomé unos shorts a cuadros rojos que utilizaba de pijama y la sudadera negra antes de dirigirme al baño. Ya dentro de la ducha dejé que el agua caliente se deslizara por mi cuerpo y borrara todo rastro de lágrimas de mi rostro, había sido un día emocionalmente duro para mí.

Salí vestida a la habitación al cabo de media hora, William estaba arropado en la cama, aparentemente dormido. Apagué las luces y me metí en las sábanas también, me colé entre sus brazos y suspiré al sentir la calidez de su pecho.

-Quiero que todas mis noches sean así- susurró. Me alarmé al descubrir que estaba despierto, pero me acercó más a él.

-¿Así cómo?

-Contigo entre mis brazos.

Escondí el rostro en su pecho, cuando llegué a Nueva York jamás imaginé que encontraría a William, nunca supuse que me encontraría a mí misma durmiendo a su lado y no pasó por mi mente que podría amar a alguien en esa medida.

-También yo- confesé con los ojos cerrados.

Esa noche soñé que estábamos junto a una chimenea, el fuego acentuaba las facciones de William, quien dibujaba a su lado arropado por un suéter grueso. De vez en cuando me miraba y sonreía, sus ojos me miraban fijamente y en su brillo pude percibir algo sobrenatural, algo que no sabía explicar.

-Vamos a llegar tarde- susurró a mi oído.

Me abracé a él con más fuerza y me quejé con un gruñido, no me apetecía levantarme de la cama y por mi mente pasó la idea de no asistir a clases.

-Por mí no hay ningún problema, pero tú sueles alterarte si no asistes a clases- rió mientras me devolvía el abrazo.

Por supuesto que por él no había ningún problema, ya conocía los temas al derecho y al revés. Me zafé de su abrazo de mala gana y me dirigí al baño. Cuando salí, él tampoco estaba en la habitación, por lo que lo busqué en la sala.

Se encontraba en la cocina sirviendo el desayuno, vestía la camisa color rojo que tanto me gustaba y podía apreciar la humedad de su cabello recién lavado. Le abracé por la espalda mientras servía en dos platos el contenido de una sartén.

-Eso es muy peligroso- advirtió con una sonrisa, dejó la sartén en la estufa y se volvió para envolverme en sus brazos. -¿Qué pasa?

-Nada, sólo desperté queriendo abrazarte- murmuré.

-Eso está muy bien- respondió en voz baja. -¿Sabías que soñé contigo anoche?

-¿De verdad?

-Sí, estábamos frente a una chimenea y yo te dibujaba tal y como te veías frente al fuego.

Lo solté de repente y me alejé para mirarle el rostro. El corazón me comenzó a latir muy rápido por la sorpresa y la incredulidad.

-¿Es en serio?- pregunté con algo de espanto.

-¿Qué pasa?- inquirió alarmado a su vez.

-Es que yo soñé que estábamos frente a una chimenea y tú dibujabas algo frente a mí- revelé.

William abrió los ojos con asombro y se apoyó en la barra de la cocina mientras me buscaba con la mirada. También yo me apoyé en uno de los bancos frente a él.

-Tú... ¿a qué crees que se deba esto que nos pasa?- pregunté después de unos momentos de silencio.

-Sinceramente, no tengo idea... También lo pensé en Niza, ¿cómo era posible que nuestros sueños estén conectados? Pero no sabía que soñábamos la misma situación simultáneamente, es... increíble.

-A quien le preguntemos nos dirá que es imposible, que los sueños son imágenes subconscientes- dialogué para mí misma.

-A quien le preguntemos nos recomendará un buen psiquiatra- sonrió él.

Le miré fijamente, a veces me hacía desconfiar de su autenticidad; es decir, era un adonis intelectualmente brillante, talentoso, divertido, aparentemente millonario y con un amor hacia mí que rayaba en la devoción. Bien podría tratarse de un sueño él también.

Tal y como William lo predijo, llegamos tarde a la universidad, de suerte que la profesora Michaels nos dejó entrar después de una mirada llena de reproche.

Tomé asiento junto a Mary, quien alternaba la vista entre William y yo como preguntándome si todo estaba bien, asentí con una sonrisa antes de sacar mi libreta de apuntes y escuché las clases de mi profesora menos preferida, las cuales debía admitir que eran apasionantes, incitaban a la reflexión constantemente... eran sin duda algo que extrañaría cuando volviese a mi universidad. 

En pocas palabras, me dediqué a estudiar las siguientes semanas y a aprovechar las maravillas en el plano intelectual que Columbia me ofrecía, al fin y al cabo era aquello lo que me había hecho tomar un avión en primer lugar... sobre qué haría con mi vida ya lo pensaría en junio.

Mi nombre es WilliamHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin