Capítulo 13: Enmienda

17 2 0
                                    

Sólo cuando ya estaba dentro del Tesla de William, comencé a reflexionar sobre qué estaba haciendo.

-¿Ya decidiste qué comer?- me preguntó.

-No, en verdad que cualquier cosa está bien, además eres tú quien está en proceso de enmendar sus errores.

William rió con la mirada fija en el frente, conducía confiado, sus brazos se marcaban cuando tomaba el volante y dejaban ver las venas de sus antebrazos debido a la manga tres cuartos que portaba.

-Tendrás que adaptarte a mis gustos, entonces- advirtió.

-¿Eres vegetariano?- pregunté.

-¿Habría algún problema con ello?- replicó serio.

-No, no, claro que no, lo pregunto para mentalizarme que no comeré carne hoy- respondí al tratar de disculparme.

-Entonces comes carne sin importarte el maltrato animal- murmuró con voz grave, lo que me hizo tragar saliva.

-Escucha, siento que nuestras dietas no coincidan, pero no me culpes tan duro por ello, amo a los animales... aunque me los coma... cielos, ahora me siento muy mal- exclamé contrariada, a lo que William no pudo contener la risa.

-No te preocupes, no lo soy, aunque he de admitir que como hamburguesas con sentimientos encontrados- reveló divertido.

-¿Disfrutas jugar con las personas?- cuestioné tratando de sonar seria como él lo había hecho, pero una sonrisa me delató.

-No, disfruto ocasionar que una persona en particular reaccione- dijo sin mirarme.

-Quiero comer sushi- murmuré para cambiar de tema.

-Tus deseos son órdenes- comentó sonriente y cambió de dirección.

William me llevó a un restaurante que se encontraba en una terraza, en las orillas habían colocados postes de madera que sostenían pequeñas luces blancas de navidad. En las rústicas mesas habíamos varios comensales, pero la atmósfera le hacía parecer un lugar íntimo, desde esa altura podía apreciar los edificios y la actividad incansable de Nueva York; la vista me tenía fascinada.

-Vanessa- murmuró, sacándome de mi ensoñación.

-¿Qué pasa?

-Te preguntaba si estás lista para ordenar- repitió mientras me miraba de una manera extraña, fija y profunda.

Tomé el menú, pasé la vista rápidamente y elegí en cuestión de cinco segundos.

-Sí, ya- le notifiqué, lo que le hizo reír.

-Eres una mujer de decisiones rápidas.

-La vida es para los determinados- comenté al guiñar un ojo, pero al instante me arrepentí al observar la reacción de William, cuya sonrisa se borró y tragó saliva.

El mesero trajo nuestra comida con notable rapidez, bebí mi té de limón mientras observaba a William comer, sus cabellos brillaban con el sol de mediodía y las nubes tan cerca de él le hacían una especie de fondo detrás del cuerpo. Era como si viera a toda Nueva York junta.

-¿Vas a observarme hasta que termine de comer, Vanessa? Para mentalizarme- inquirió sin mirarme, con diversión en la voz.

-Es que yo no sé tomar los palillos- me excusé, William los manejaba con la facilidad con que se toma el tenedor.

Se volvió hacia mí sonriente. Cambió de lugar con prontitud para acercarse a mí, sin previo aviso tomó mi mano y colocó mis palillos entre mis dedos.

Mi nombre es WilliamWhere stories live. Discover now