Capítulo 20: Amigos

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Caminar de la mano junto a William era de las sensaciones más tiernas y satisfactorias que había sentido nunca, su tacto era cálido y gentil, además de que me enorgullecía que los estudiantes que pasaban por el campus se percataran de que estaba conmigo. Hablábamos sin parar sobre cualquier tema, me reía hasta que el estómago comenzaba a dolerme y él poco a poco se despojaba de la arrogancia que le caracterizó en un principio.

-Bueno, tengo curiosidad en saber...- comencé mirando el camino.

-Dime- apremió.

-Bueno... no es un secreto que eres muy atractivo, por lo que de seguro han habido muchas mujeres que... 

-¿Estás preguntando por mis exnovias?- inquirió divertido.

-No, bueno, tal vez- repuse con nerviosismo, ¿por qué me interesaba tanto saber sobre ello? William se rió de mí.

-¿En verdad quieres saberlo?- cuestionó al mirarme de forma seria. Oh, no. Asentí y me preparé para escuchar que sería la décima novia o tal vez la número veinte; William me besó la mano que entrelazaba sus dedos. -Eres la primera chica con la que salgo formalmente.

Por poco se me va el aire. -Mientes- acusé.

-Te juro que no lo hago.

-Pues no te creo- afirmé con terquedad.

-Está bien, pero te dije la verdad.

William me miraba con una sonrisa, el silencio se prolongó unos segundos.

-¿Tú no vas a preguntar...?- comencé, pero el rió fuerte.

-Absolutamente no- respondió divertido. -Conozco mis límites, Vanessa, seguramente haría una escena por tan sólo pensar que otro hombre desea sostenerte de la mano como lo estoy haciendo yo.

Le miré con interés, ¿cómo era posible que se expresara de esa manera cuando a mí me costaba articular palabra cerca de él? Me acerqué más a su cuerpo a fin de recargarme en su hombro. Llegamos a su auto y me abrió la puerta, acto seguido subió también.

-¿Qué planes tenemos hoy?- preguntó al tomar el volante.

-Comer en algún sitio porque no puedo hacerlo en mi departamento- expresé, William me miró con extrañeza. -Olvidé hacer las compras.

Se rió de mí y puso en marcha el auto. Pasamos por un negocio de hamburguesas y le pedí que aparcara ahí. Entramos al local, olía papas fritas; nos formamos en la fila para ordenar, cuando fue nuestro turno la cajera casi babea al ver a William, durante toda la orden se dirigía únicamente a él y le ofrecía sonrisas coquetas. Sentí un rugido interno incrementarse, pero se apaciguó al observar que William era indiferente a la chica, pero se veía divertido al percatarse de mi reacción.

Al momento de pagar, sacó su cartera, pero le gané la jugada y extendí el dinero yo, la cajera me miró con extrañeza y volvió la mirada a William, como si le pidiera permiso para tomar mi dinero.

-No necesitas su autorización, sólo tómalo- declaré tratando de no sonar brusca, pero me había molestado su reacción en sobremanera.

Me volví hacia William con una mirada retadora que decía "Quéjate y verás", él me observó fijamente un momento y al segundo sonrió rodando los ojos, si lo nuestro iba a durar debía comprender que la equidad de género rige mi vida. 

Nos sentamos a comer en una mesa apartada del bullicio de la barra, me parecía increíble que nuestras conversaciones pasaran del sarcasmo recurrente de hace unos días a una ternura notable. Mientras me acababa mis papas fritas le mostré a William fotos de mis amigos y familiares.

Mi nombre es WilliamWhere stories live. Discover now