Capítulo 11: Colin

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-Entonces estaba a punto de bajarme del auto, cuando dijo "Olvidé decirte que te ves hermosa"- relaté emocionada a través del teléfono, era sábado y había optado por quedarme en la cama todo el día, vestía un short a cuadros rojos, una blusa de algodón negra como pijama y mi nueva sudadera encima.

Aria ahogó un grito de emoción.

-¿Y luego? ¿Qué le dijiste? ¿Se besaron? Dime que se besaron- preguntó sin aliento.

-Le dije buenas noches y me fui- confesé.

Aria resopló y pude imaginar cómo se incorporaba de golpe en su habitación.

-Tú sí que eres muy tonta- dictaminó.

-¿Qué querías que hiciera? ¿Lanzarme de golpe? ¿Rogarle? Jamás.

-El chico te dijo que quiere besarte, que "vaya que quiere", era cuestión de que cerraras los ojos- me gritó. -Además, no sería la primera vez que lo hacen- dijo refiriéndose a mis sueños.

-Pero él no lo sabe- dije en un murmullo, lo que provocó que Aria se burlara de mí.

-Como sea, el sistema nervioso central no se estudiará solo y mañana tengo examen, mantenme al corriente de todo... todo-ordenó antes de colgar.

Dejé el celular en la cama para recostarme boca abajo, hundí mi cabeza en la almohada mientras recordaba lo que había pasado la noche anterior. "Vaya que quiero besarte" la frase daba vueltas en mi cabeza, ocasionando un ligero temblor en mi cuerpo, no podía frenar la emoción como si fuera una niña de trece años viviendo por primera vez el romance.

Me espabilé para ir a comer algo, me había levantado cerca del mediodía, por lo que la comida fungiría también como mi desayuno. Me quité mi pijama para vestirme con algo más decente: unos leggins deportivos grises y un suéter de lana holgado color menta, me calcé de mis zapatillas deportivas negras más cómodas para buscar algo que comer. Me volví a mi recámara y vi la sudadera de William descansar en mi cama, lo que provocó una holeada de cosquilleo en mi estómago.

Caminé por todo mi vecindario hasta encontrar un restaurante de baguettes y ensaladas, al entrar un aroma a jugo de naranja y a fresas me golpeó el rostro. Me dirigí a la barra para ordenar una ensalada con pollo y un té verde, la cajera era de lo más amable, pero no paraba de ofrecerme unos nuevos suplementos que acababan de surtir en el lugar.

Tomé asiento con mi comida en una charola dispuesta a desayunar-comer, iba a la mitad de mi plato cuando observé a una rubia que entraba en el lugar acompañada de dos chicas a sus espaldas. Genial. Decidí seguir comiendo sin prestarles importancia cuando una de las súbditas notó mi presencia y le susurró algo a su comandante, Alice se volvió sonriente y se dirigió a mí.

-Escuché que diste un espectáculo anoche- pronunció de manera despectiva, mientras se recargaba en mi mesa. Decidí ignorarla para terminar mi almuerzo. -¿La música te dejó sorda?

-Hola, Alice, ¿cómo estás?- respondí con una amable sonrisa fingida, que sólo le hizo enojar más. Ella tomó asiento y me miró con sus ojos azules amenazantes. -Claro, adelante.

-Escúchame bien, Vanessa, eres el centro de atención porque acabas de llegar, no te creas muy especial. Eres como el juguete nuevo de navidad, después de un rato se aburrirán de ti, así que disfruta diciembre- dijo con una sonrisa torcida.

-¿Me lo dices por experiencia?- inquirí con desdén y pareció que sus cabellos se le ponían de punta.

-Te crees muy valiente, pero espera a que empiece a jugar contigo también yo y verás como se te borra esa sonrisa tonta- pronunció mientras yo me ponía de pie.

Mi nombre es WilliamWhere stories live. Discover now