Capítulo 24: De regreso

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La mañana siguiente Mary y yo hicimos nuestras maletas procurando no dejar nada, Jordan nos alcanzó en el recibidor.

-Déjenme les ayudó- se ofreció Nick antes de comenzar a llevar nuestras maletas al auto.

-Ha sido un verdadero placer-comenté de manera sincera mientras me despedía de cada familiar de Jordan.

-Gracias por recibirnos- secundaba Mary.

-El placer ha sido nuestro- respondió la mamá de nuestro amigo con una amable sonrisa.

-Vengan cuando gusten, es una alegría que Jordan tenga amigas tan encantadoras- comentó el papá y los hermanos asintieron.

Salimos de la casa rumbo al auto, al subir nos percatamos de que Jordan no estaba.

-Nick, ¿dónde está Jordan?- pregunté curiosa.

-Ocupado, al parecer- respondió con una sonrisa mientras señalaba con la mirada el retrovisor.

Mary y yo nos volvimos para ver a Jordan sosteniendo la mejilla de Jake a unos metros del auto, el chico llevaba el ojo morado por la pelea, pero miraba a Jordan con suma alegría, como si el mundo girara gracias a él, le comentó algo con expresión seria y Jordan le besó con rapidez, lo envolvió en un abrazo y se dirigió al auto. Al volverse se percató de que le espiábamos, por lo que rodó los ojos.

-Qué noche, ¿no?- comentó Nick reprimiendo una risa cuando Jordan tomó el asiento del copiloto, mi amigo le fulminó con la mirada, pero trataba de esconder una sonrisa tonta.

Llegamos al aeropuerto cuarenta minutos después, desayunamos sándwiches en la sala de espera y bebimos americanos hasta que pudimos ingresar al avión. Ya en nuestros asientos, Mary y yo observamos a Jordan fijamente.

-¿Qué pasa?- inquirió despreocupadamente.

-Eso es lo que queremos saber... ¿Jake?- cuestioné, su semblante cambió al escuchar el nombre del chico, suspiró cansado antes de responder.

-Anoche mientras aquel idiota trataba de hacerle daño me di cuenta de que no iba a permitir que nadie lo lastimara y que sí, me gusta bastante- reveló con la mirada fija en sus piernas. -Le dije eso y él me confesó sus sentimientos de nuevo, me contó que aplicó a la UCLA este año, por lo que se quedará en California, así que...

-¿Así que...?- Mary presionó.

-Le pedí que me esperara, que me graduaría el próximo año y regresaría para estar con él, se puede decir que estamos saliendo- culminó con una sonrisa.

Mary y yo emitimos un grito de emoción y chocamos las palmas, eso era lo que queríamos escuchar. Durante el vuelo tomé mi libreta de encuadernado negro y comencé a escribir.

Guardé la libreta en mi bolso y me dediqué a observar las nubes que parecían pequeños bultos de algodón, el corazón se me aceleraba pensando en que vería a William de nuevo. Aterrizamos justo al mediodía, recogimos las maletas y salimos al estacionamiento para encontrarnos a los padres de Mary. Llegué a mi departamento alrededor de las dos de la tarde.

Yo: Adivina quién está en Nueva York.

William: Adivina quién muere por verte.

Yo: Pediré pizza, estás cordialmente invitado al departamento 3A.

Llamé a la pizzería para ordenar la comida y me metí a la ducha, me vestí con unos vaqueros y mi suéter color menta, recibí la pizza y me dediqué a cuidar que el departamento estuviese presentable. Alguien tocó a la puerta y eché un vistazo a mi apariencia antes de abrir, William me miraba sonriente sosteniendo un ramo de flores. Me lancé hacia él y me recibió con un abrazo fuerte y cálido. Cuando nos separamos noté que vestía la misma camisa roja de aquella vez en que me regaló su sudadera.

-Pasa- invité mientras me hacía a un lado.

Coloqué las flores en la barra de la cocina y tomé asiento en uno de los bancos altos, extendí mis brazos hacia William, él se acercó para rodearme en los suyos.

-Cuánto te extrañé- susurré a su oído.

-Sabía que lo harías- murmuró sonriente. -Pero yo te eché aún más de menos.

Después de comer le relaté todo el viaje excluyendo lo de Jordan y Jake por confidencia a mi amigo, le conté sobre su familia y su casa.

Estábamos acostados en el sofá, decidimos ver una película para matar el tiempo, optamos por El rey león, canté cada canción de la película y él me hizo coro cuando "Hakuna matata" apareció. Al finalizar yo estaba llorando, lo que le dio oportunidad para reírse de mí.

Me recosté en su pecho, eran aproximadamente las siete de la tarde, por el ventanal se podía apreciar el atardecer, cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos me encontraba apoyada en el cojín del sillón, William me rodeaba con sus brazos y  me acariciaba el cabello sonriente.

-Lo siento, ¿te desperté?- susurró.

Me incorporé de golpe, no podía creer que me hubiese quedado dormida. Miré la pantalla de mi celular: seis de la mañana. Maldición... maldición.

-William, ¿por qué no me despertaste? Apresúrate en irte o no llegarás a clases- reproché desesperada mientras me ponía de pie y me dirigía a mi habitación. -Hablo en serio.

William me observaba desde el sofá mientras se desperezaba con calma, me dedicó una mirada de desilusión. 

-Sí, buenos días también para ti- protestó. Suspiré resignada y me acerqué a él, le besé rápidamente.

-Buenos días, William, en verdad debiste haberme despertado- reproché con voz serena y decidida.

-Es que aún no desarrollo la habilidad de hablar dormido- respondió con su sonrisa de medio lado. Señalé el reloj de mi celular para apremiarle. -Ya entendí, nos vemos en un rato- aceptó antes de besarme de vuelta y dirigirse a la puerta.

Salió y yo corrí a la ducha para prepararme, tendría que apresurarme o tampoco yo llegaría; durante los diez minutos que el agua caía sobre mí sólo pude pensar en una cosa: había dormido con William.




Mi nombre es WilliamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora