Capítulo 10: Fiesta

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La clase terminó, pero yo evitaba volverme hacia atrás. Esperé que la sala se vaciara y me puse de pie para dirigirme al fondo del aula, en mis manos llevaba una bolsa de cartón con agarradera de listón que albergaba una sudadera negra con olor a mi suavizante de ropa.

-Toma- extendí el paquete hacia su propietario, quien guardaba sus pertenencias con indiferencia. -Te lo agradezco, pero no era necesario.

William me miró divertido y una revolución de cosquilleos apremió mi estómago. Respira, Vanessa.

-Pareces estar sana y salva, así que creo que cumplió su función- objetó sin tomar el paquete que mantenía extendido.

-Se me cansa el brazo, tómala- apresuré y él me miró intrigado.

-Te la obsequio.

-No la quiero- decliné al instante y deposité la bolsa en su escritorio, marchándome al segundo.

Mary me observaba confusa en nuestro escritorio, pero una leve sonrisa asechaba sus labios; tomé mis cosas con rapidez y le apremié con la mirada para que saliésemos deprisa del aula. Mary se volvió a William, que caminaba a unos metros de distancia de nosotras.

-William, hoy es mi cumpleaños, lo festejaré en mi casa y la mayoría del grupo irán, espero que nos puedas acompañar- invitó campalmente.

¡Cállate, Mary! ¡Retráctate! 

-¿En verdad? Feliz cumpleaños, Mary- respondió él y el rostro de mi amiga se iluminó en gozo. -Me encantaría ir, pero no sé si Vanessa se incomodaría con mi presencia.

-Oh, no, a Vanessa le encantaría que asistieras, ¿cierto, Vanessa?- respondió al instante ella. Mary, en serio guarda silencio. William inquirió con una fingida mirada inocente y Mary me presionó con la suya para que corroborara su comentario.

-Claro- respondí a regañadientes. Mary aplaudió de pura emoción.

-Toma, envíame un mensaje para indicarte la ubicación, te espero a partir de las nueve- exclamó contenta la chica mientras le extendía un pequeño papel con su número celular garabateado con prisa.

-Gracias, ¿de qué color debo ir vestido?- cuestionó William con una fingida seriedad y Mary frunció el ceño en confusión.

-Pues del que gustes, claro- respondió mi amiga creyendo que la pregunta se dirigía a ella, yo apresuré el paso y bajé la mirada para ocultar mi sonrisa.

El resto del día lo pasé recorriendo las plazas cerca de mi vecindario, trataba de encontrar un obsequio lindo para Mary que se ajustara a mi presupuesto y finalmente encontré una compacta cartera rosa pastel repleta de corazones color beige, le iba perfecta. Envolví el humilde obsequio en papel de color caqui y le coloqué un listón rosa pastel.

Ya en mi departamento saqué medio clóset para tratar de decidir qué vestir en la fiesta, me veía indecisa entre una falda azul marino con una blusa corta blanca o un elegante vestido negro de manga larga con un pequeño escote en la espalda. Tomé fotografía de los dos conjuntos y los envié por el grupo de Aria y Miguel.

Yo: ¿Cuál?

Aria: ¿Adónde vas?

Yo: Es cumpleaños de una amiga, en su casa.

Miguel: Gracias por invitar.

Yo: ¿Alcanzas a llegar a Nueva York para las nueve, amigo? Digo, para esperarte.

Aria: ¿Qué amiga? ¿Más importante que yo?

Yo: No empieces.

Aria: Ya ni siquiera me quieres escuchar, ¿es esto una despedida? Dime si ya te harté para ya no volverte a hablar nunca.

Mi nombre es WilliamWhere stories live. Discover now