Mi nombre es William

Capítulo 39: Nosotros

-Creo que estás en problemas- declaró William mientras visitábamos las coloridas calles de Niza.

-¿Por qué lo dices?- pregunté mientras fotografiaba una iglesia cuya arquitectura al estilo barroco volvería loca a Aria.

-Colette te adora, ahora te sofocará todo lo que sea posible- rió.

Le miré sonriente mientras lo fotografiaba, él se percató y comenzó a acercarse al lente de la cámara con lentitud, de modo en la última toma se apreciaba cómo me arrebataba la cámara para besarme.

-Estás muy consciente de tus virtudes- remarqué una vez nos separamos.

-Un hombre inteligente saca partido de sus atributos- se burló socarrón.

William insistió en mostrarme sus lugares preferidos de su ciudad, recorrimos tomados de la mano el centro histórico, pasamos por los callejones, comimos en un café con vista a las edificaciones que me robaban el aliento y al final terminamos en un museo muy famoso en la ciudad.

Estaba observando una pintura preciosa de un puerto en plena noche, parecía que la luna de verdad brillaba sobre el mar de óleo e iluminaba todo e lugar, me parecía de lo más mágico que había visto nunca.

William por su parte apreciaba las obras con más vehemencia que yo, supuse que como artista las comprendía más y valoraba el talento y técnicas de los autores. Me acerqué a él con sigilo y me recargué en su hombro, él se volvió para rodearme en un abrazo.

-¿Qué obra fue tu preferida?- susurró a mi oído.

-La que me está abrazando- respondí con astucia, sentí su pecho moverse por una risa callada.

Después del museo, William me llevó a un sitio al que le llamaban el mercado de las flores, donde me maravillé por tantos olores y colores que llenaban el lugar. Al cabo de media hora ya cargaba con un ramo de rosas y otro de girasoles.

-Niza es preciosa- suspiré mientras observábamos a las personas pasar por los callejones de colores vivos.

Estábamos sentados en una banca debajo de algunos restaurantes ubicados en terrazas y un piano sonaba a nuestras espaldas, William me abrazaba mientras que yo reposaba mi cabeza en su pecho.

-Escucha- susurró de pronto, agudicé mi oído y alcancé a identificar las notas de la canción Make you feel my love.

La escuché en silencio un minuto y sonreí, conocía esa canción lo suficiente para que en mi cabeza sonaran las palabras al compás del piano.

-¿En qué piensas?- murmuró en mi oído.

-En ti- confesé.

-¿Ah, sí? ¿Y qué piensas sobre mí?

-Que te amo- dije sin pensármelo.

Tan pronto me percaté de mis palabras me volví hacia él un poco temerosa, pero William sonreía de manera espléndida, me acercó más hacia sí y me besó dulcemente. Nos quedamos algunas canciones más escuchando al pianista oculto en alguna terraza y presenciando a los transeúntes pasar apresurados o caminar de la mano de sus parejas.

-¿Cómo crees que sea nuestro futuro, William?

William pareció pensárselo, duró casi un minuto en silencio antes de comenzar a hablar.

-Será un futuro en el que estemos juntos, de una u otra manera- dijo al final.

-¿De una u otra manera?

-Pienso que no importa lo que pase después de junio, nunca podré separarme de ti... quiero decir que una vez apareciste en mi vida, siempre estarás conmigo, no importa dónde estemos... ya me es imposible sacarte de mí- explicó. -¿No lo crees?

-Eso es justo lo que creo, pase lo que pase ya no te podría sacar de mi vida, y aunque pudiera, aún soñaría contigo- reí.

William rió a su vez y me abrazó más, sentí su calidez en mi piel y su aroma invadirme todo el cuerpo, como si su esencia se mezclara con la mía.

-Somos muy afortunados, no sé qué hice para que la vida decidiera premiarme, pero no sé cómo pagarle el que un día haya comenzado a soñar contigo y que la misma vida me haya puesto en tu camino para encontrarnos al fin...

-Es una locura, hace unos meses creí que no existías- susurré. -En verdad que ya no te podré sacar de mi vida.

-Sí, mejor no lo intentes- culminó con su voz melodiosa mientras el sol se escondía entre dos edificios color rosa.