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Adam aún no se recuperaba de la sorpresa de ver a María José esperándolo a la entrada del edificio y que se lo llevara sin admitir protesta alguna y con tal decisión manifestada en su expresión. En la parte trasera de la escuela y ocultos gracias a un par de árboles, Majo lo observaba fijamente, a la expectativa de algo que no era capaz de descifrar.

—Seguramente te estarás preguntando porqué he tenido la desfachatez de acercarme nuevamente a ti. —Adam iba a protestar, pero ella lo calló poniendo un dedo en su boca. —Pues verás. Es tal mi indignación que no he sido capaz de callármelo. Debo reclamarte aunque no tenga derecho alguno de hacerlo.

Adam aún sin entender su punto y con intenciones de pedirle que hablara con claridad no consiguió hacerlo nuevamente gracias a ser interrumpido con el repentino acercamiento de María José a su rostro. Sí, definitivamente ahora estaba nervioso.

—¿Cómo has sido capaz de salir con esa tipa? Sé que terminamos hace mucho y no en muy buenos términos, pero Adam. ¿En verdad has sido capaz de olvidarme hasta el punto de aceptar salir con una persona que no es capaz de cautivar ni a un risueño recién nacido? Sé que es guapa, no lo niego. Pero creí que conmigo habías subido los estándares. Estoy total y plenamente indignada.

Enojada y casi echando humo se alejó y lo miró fusilantemente. Satisfecha al decir lo que quería dio media vuelta dispuesta a irse, pero ahora la sorprendida era ella. Adam la tomó de la mano y aprovechando que la obligó a apoyarse en la pared se acercó demasiado íntimamente a Majo.

Coqueto y con aquella sonrisa sarcástica que lo caracterizaba, por fin habló:

—¿Y qué harás al respecto? 

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora