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El beso se intensificó. Lo hizo Adam. Majo estaba en proceso de comprensión, estupefacta. Adam lo notó, pero se sentía tan malditamente bien besar a Majo que aún no estaba dispuesto a detenerse, incluso se encontró deseando con todas sus fuerzas siempre sentirse así: tan completo, tan... Feliz.

Ya decidido a dejar en paz a María José, ésta lo sorprendió pasando sus brazos por su cuello y evitando dar fin a ello, a algo que querían y a la vez no, enfrentarse.

Ahora sí era un beso.

Un muy buen beso.

El mejor de todos, para ambos.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora