7.2

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Una semana había pasado desde que de forma voluntaria, recíproca y conjunta se decidieron por ir a una cita, sin embargo, aún cuando lo habían concertado por acuerdo mutuo ninguno de los dos había intentado planearla a detalle, ni lugar ni fecha. Ambos olvidaron la existencia del otro, o al menos eso es lo que aparentaban. Luego de pensarlo con detenimiento, los dos, cada uno con sus propias razones, llegaron a la conclusión de que involucrarse sentimental o sexualmente no era buena idea, no entre ellos dos.

María José se detenía por su mentira y por supuesto, su orgullo, que al igual que el de Adam, no aparentaba dar brazo a torcer. Adam por su parte se negaba a sí mismo lo que desde hace mucho tiempo sabía, debía aceptarlo, así que se refugiaba tras una débil fachada construida a base de la poco agraciada apariencia de la caca de perro.

—Adam

Escuchó el llamado a su persona por parte de una voz nada agradable. De sólo reconocerla ya quería salir corriendo.

—Muñeco, ha pasado mucho desde la última vez que nos vimos.

—No me llames de esa forma. Es perturbador.

Soltó una risilla tan falsa y desagradable que casi pudo desear desaparecer.

—Entonces, ¿te interesa encontrarnos en mi casa?

Adam instantáneamente tuvo un flashback de la chica con la que hablaba. Lo aceptaba, uno de sus peores errores fue acostarse con ella, en verdad que se arrepentía. Creyó ya habérsela quitado de encima, pero al parecer el karma no pensaba lo mismo. La experiencia había sido tan insatisfactoria que incluso quería borrar esos recuerdos de su cabeza, había sido muy incómodo intimar con ella, pero gracias a su borrachera ni siquiera se le ocurrió detenerse, y por supuesto, le trajo problemas: ella quería más mientras él quería olvidarlo.

Complejo.

Intentando evitar hacer contacto visual por largo tiempo con Rita, observó tras la chica, apenas hacía un par de minutos sonó la campana del almuerzo y él se encontraba impedido a avanzar, al menos hasta que se la quitara de encima. Saliendo de una de las aulas dio con la presencia de Majo, su corazón comenzó a bombear con más rapidez de la considerada normal.

—¿Adam, cariño?

Llevaba la misma ropa holgada de siempre, su pelirrojo cabello caía sobre sus hombros y en su rostro no hacía falta aquella sonrisa que cada vez deseaba ver con más frecuencia. No logró contener la sonrisa que apareció en su rostro, probablemente ni siquiera lo intentó.

—Lo siento Rita. Es mejor que olvides lo que en algún momento sucedió entre nosotros, eres una chica muy bella, pero yo... Estoy interesado en alguien más.

Sin darle oportunidad a responder caminó hacia María José antes de que ésta desapareciera de su campo de visión. Cuando la alcanzó la tomó de su antebrazo con delicadeza.

—Majo.

Apenas dio la vuelta pegó sus labios a los de ella, robándole un beso que no sabía desde hace cuánto deseaba.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora