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En un inaudito y repentino momento de entendimiento Majo cayó en la cuenta de lo que se encontraban haciendo, o mejor dicho, lo que en algunos minutos más Adam terminaría descubriendo. Así es, Majo se separó de Adam no porque lo que estuvieran haciendo no lo deseara, en realidad estaba claro que era todo lo contrario, menos el hecho de que estuviera mal la forma en la que inconscientemente se deseaban o el hecho de haber empezado su extraña relación con el pie izquierdo, la realidad aquí era que ella no era ella. No podía continuar con eso, no así y no con él. ¡Adam era lo más parecido a un némesis que ella tenía! ¿Confiar en él? Jamás. De modo que aún con todo el esfuerzo que conllevó hacerlo, lo alejó de su cuerpo y se levantó tan rápido como la misma situación se había desarrollado. Un idiotizado Adam comprendió un par de minutos más tarde lo sucedido.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora