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Perdida es sus pensamientos y observando el oscuro cielo, María José intentaba recuperar la paz que durante un tiempo le costó reunir y hace unas horas por un pequeño encuentro con sus celos había desaparecido.

Aún le dolía ver a Adam, pero había aprendido a vivir con ello, a comprender lo bonito de los sentimientos y olvidar los errores que la habían apartado de tal felicidad. Dentro de poco se graduaría y dicha tortura llegaría a su fin, y esperaba que eso en verdad la hiciera feliz, ansiaba que ello aliviara el peso de su corazón. Sin embargo, no podía evitar decirse que no se engañara, porque si en los últimos meses no lo había conseguido, entonces no sería fácil que sólo con ayuda del tiempo y la distancia todo finalizara. Ello no la hacía ni un poquito feliz. El saber el poder del cual aún gozaba Adam en ella y la banalidad con la que trataba sus sentimientos la enojaba.

Es que, ¿cómo era posible que aceptara tener cerca a esa fulana? Se levantó de pronto y sin intención alguna de evitarlo, una sonrisa maquiavélica invadió su rostro. No señor, así no terminarían las cosas. Sí quería estar con alguien más tendría que procurar que Majo no se diera ni por enterada.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora