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—Oye. —Majo brincó del susto. Casi muere de un infarto. Se volteó con la respiración acelerada y viviendo una horrible casi muerte.

—¿Qué demonios le sucede a tú cabeza? ¡Casi me matas! —Adam soltó una carcajada.

—No seas exagerada, caca de perro. Solo venía a confirmar algo. —Acercó demasiado su rostro al de Majo. Incluso sentían la respiración del otro. — ¿Dónde está la hermosa María?

—En Di... Holanda. Ya te lo había dicho. — Adam achinó los ojos no muy convencido.

—Pues ayer le hablé. Y dijo que era media noche cuando google aseguró ser medio día.

Mierda —Pensó Majo. Estaba a punto de descubrir su pequeña mentira. Debía escapar. No había de otra.

—Yo... No lo sé. No es muy lista. —Intentó moverse, alejarse. Pero el maldito la tenía acorralada. Mala la hora cuando decidió usar su casillero, nunca lo usaba, jamás desde que había llegado, o bueno, sólo para recoger dichas notas, aún así, preciso hoy tenía que darle curiosidad.

—Si ganó una beca, no creo que sea tonta.

Rayos, ¿ahora cómo se supone que se lo quitaría de encima?

—Yo... Tengo que ir al baño.

Adam pasó un brazo al lado de su cabeza cuando intentó huir por la derecha, y al intentarlo por la izquierda él acomodó el otro brazo evitando que se fuera. Probablemente sus ojos demostraban su nerviosismo, sin embargo no iba a bajar la vista, no dejaría que su acosador pensase que la intimidaba.

Adam inspeccionaba sus reacciones, sus palabras no eran muy seguras, pero sus ojos... No bajaba la vista, y había leído por ahí que las personas lo hacen cuando mienten, así que no estaba mintiendo, sin embargo sentía que lo hacía. Toda ella le parecía una mentira. Majo se irritó. Consiguió fuerzas de donde no tenía e irguió la espalda, puso la frente en alto y elevó una ceja.

—Si tanta curiosidad tienes pregúntale tú mismo. A mí no me jodas, si tanto te gusta lo averigüarás por tu cuenta. —Habló tan fríamente que cuando retiró de un manotazo uno de sus brazos, Adam no consiguió reaccionar de la sorpresa.

Ahora sí no sabía qué pensar. ¿Quién demonios era esa chica? ¿De dónde tan altiva y digna?

Majo se dirigió con una sonrisa triunfante al baño, hasta que claro, cayó en cuenta de lo que había dicho y sólo retraso un poco su caída.

Ahora sí debía pensar, y en algo muy, muy bueno.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora