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Comprender qué es lo que ambos se encontraban haciendo no es algo que pasara por sus mentes en aquel extraño e inesperado momento, lo bien que se sentía compartir aquellos besos no era algo a lo que pudiesen hallar una explicación, no por un buen tiempo.

Majo atrajo a Adam dentro de la casa y cerró la puerta con alguno de sus pies. Adam por su parte, al observar la iniciativa de su compañera continúo empujando con suavidad haciendo que ambos retrocedieran y estando encerrados en tan inusual encanto, tropezaran y cayeran al suelo, pero ello no evitó que continuaran. Las cosas se estaban poniendo calientes, el ambiente sumamente excitante impedía que se separaran, incluso que llegaran a pensar en hacerlo aún sabiendo que ello traería problemas, inconvenientes y una incómoda situación al recobrar sus conciencias. 

Entre besos y besos, Adam descendió por su suave y apetecible cuello al mismo tiempo que Majo usaba sus manos para acariciar bajo su camiseta la espalda del eludido, la situación se les estaba saliendo de las manos, y lo peor es que ni cuenta de ello se daban. 

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora