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Un parque de diversiones era el que se encontraba frente a ellos repleto de gente riendo, gritando, divirtiéndose. Ya estaba empezando a oscurecer y las luces del lugar empezaban a tomar el protagonismo.

—¿Por qué aquí?

—Ya te lo dije, para aliviar la tensión entre los dos.

—No creo que un lugar abarrotado de gente sea lo más adecuado para ello.

La tomó de la mano y comenzó a caminar hacia la entrada.

—Sólo ven.

Mientras se abrían paso para ingresar, Majo no lograba retirar su atención de la unión entre ambos, su mano cosquilleaba y emitía cierto calor que no quería perder. La hacía sentir muy bien la mano de Adam sobre la suya. Llevó su atención al rostro de su acompañante, observando cómo fruncía el ceño y pedía permiso a varias personas para pasar sin soltar su mano, más bien agarrándola con más fuerza.

Sonrió.

Adam por su parte no lograba concentrarse del todo en su labor de abrir camino, estaba pensando en la mano de María José, en lo suave y pequeña que se hacía entre la suya

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora