9.7

27 1 0
                                    

Una semana después de la confesión pública, María José se sentía oscura, sin ánimo de levantarse del refugio en que se había convertido su cama e inevitablemente triste. Aunque había intentado contactar a Adam y acercarse para explicarlo todo desde un principio, éste no hacía más que ignorarla. Cada vez que Majo se acercaba a él, actuaba como si no existiera y ello la estaba frustrando sobremanera.

Adam estaba decidido, no importaba cuántas veces se encontrara con María José, no repararía en su presencia ni aunque sus manos sudaran de ansiedad por tocarla y su boca se tornara seca por querer besarla. No tenía pensado perdonarla, al menos no pronto. Estaba enojado y herido, y aunque ya siete días desde que su corazón se rompió habían pasado, aún sentía como si acabara de salir de la cafetería en dirección a la salida del edificio. Ese día llegó al parque en el que confesó a María José que le enviaba notas y habían tenido su primera discusión y era tal su enfado que dio una fuerte patada a un árbol fracturándose el pie derecho, razón por la cual debía usar un yeso y muletas durante al menos un mes. Tenía suerte de no pertenecer a algún club deportivo, pero se frustraba al pensar que el ejercicio nocturno que practicaba cada día y liberaba su mala energía se vería interrumpido por bastante tiempo. 

Ese día en particular, al terminar la jornada escolar, se sorprendió al no recibir la ya repetida insistencia de María José, y en vez de sentirse aliviado, le dolió. ¿Tan poco tiempo fue necesario para que María José se rindiera y no lo buscara más? Al parecer no era tan importante para ella como creyó y eso en cierta medida lastimaba no sólo su corazón, sino también su orgullo. Aunque estaba enojado, ello no quería decir que sus sentimientos se hubiesen desvanecido como por arte de magia, aún continuaban dentro suyo, tan fuertes e incluso más que los días anteriores. Ahora estaba preocupado. ¿Cómo le haría para superar su ruptura y sus sentimientos si en realidad no quería hacerlo? Aún cuando no lo admitía en voz alta, no quería sacar a María José de su vida, esa no era una alternativa que lo haría feliz, estaba seguro de ello, sin embargo, recuperar la confianza perdida sería algo casi imposible, aún más cuando ella había desaparecido.

No la buscaría, aún cuando ansiaba tenerla cerca se alejaría lo más posible. Necesitaba tiempo para organizar sus pensamientos y superar aquel miedo a confiar que sin darse cuenta, la situación le había generado, lo que no sabía es que María José estaba dispuesta a darle todo el tiempo que quisiera, pero no se quedaría tranquila por mucho tiempo.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora