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Faltaba poco para que un mes de novios se cumpliera y María José ya estaba decidida. Había acumulado durante las últimas semanas todo ese valor perdido gracias a sus mentiras y analizado a sus padres y a Adam lo más que pudo. No era precisamente la mejor haciendo planes, pero estaba decidida a confesarlo todo el día en el que completaran un fantástico mes juntos, planeaba llevarlo a una cita y en el momento adecuado ser sincera. Sabía que Adam se enfadaría y lo más probable es que terminara su relación con ella, ahora lo conocía a la perfección, sin embargo, aún si eso pasara, asumiría las consecuencias y se encargaría de obtener su perdón y recuperar su relación.

—Estás muy seria, ¿en qué piensas?

—En mi novio. —Respondió con una enorme sonrisa.

—Ah, entonces he hecho bien en interrumpirte.

Levantó a María José, se sentó y la acomodó en su regazo. La observó como el inevitable hombre enamorado que era y acarició su cabello. Unos momentos después, la besó. Aunque el ambiente era delicado, romántico y sutil, no tardó mucho en cambiar a uno enérgico, explosivo y apasionado. El beso subió de nivel, mientras que Majo llevaba sus manos al cabello de Adam acariciándolo entre sus dedos, él mantenía las suyas de arriba a abajo en la cintura y espalda de Majo. Adam sin pensarlo demasiado ingresó sus manos bajo la camiseta de su novia y acarició la caliente piel de su cintura, sintiendo cómo se erizaba.

—Adam, nos pueden ver.

El caliente joven dirigió su boca al cuello de María José y repartió beso tras beso en aquel lugar que tanto le encantaba.

—Adam.

Respiró hondo e hizo uso de toda la fuerza de voluntad que tenía consigo y se detuvo. Aunque estaba loco por tocar a María José, no podía ser ahí, en la biblioteca. Debía ser especial, tanto para ella como para él. Recostó su cabeza entre el cuello de su novia y la abrazó con fuerza.

—Mis padres quieren conocerte.

—¿Qué?

—Saben que tengo una asombrosa novia y quieren conocerla. Me preguntaron cuándo podrían invitarte a cenar.

María José entró en pánico y se levantó rápidamente. Sus padres no podían conocerla así, con tal apariencia, ello sería un terrible agregado que dificultaría su reconciliación.

—¿No quieres? —Preguntó un confundido Adam por su actitud.

—No creí que querrías presentarme a tus padres, tan pronto.

—No pensé que hubiese problema. Me encantaría que te conocieran y supieran que estoy en buenas manos, además están ansiosos por conocerte, sabes que nunca he llevado a una chica a casa, estaba esperando por La Chica y esa eres tú.

Majo suspiró y se calmó.

—Está bien, yo te aviso cuándo. Hay algo que debo hacer primero y prepararme mentalmente para ello.

Adam sonrió.

—Dramática como siempre. Eso hace que me gustes más.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora