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Nervioso esperaba a Majo fuera de la escuela, la mayoría de estudiantes ya se habían retirado del edificio pero ninguno de ellos era la chica que lo tenía cautivado. Sus manos sudaban, por su cabeza pasaban miles de escenarios que podrían llegar a suceder y no era capaz de mantenerse quieto, caminaba de un lado a otro al mismo tiempo que no quitaba sus ojos de la salida de la escuela. Se sentía demasiado extraño, eran muy contadas las ocasiones en las que los nervios se habían apoderado de su cuerpo y definitivamente entre ellas no estaba una cita. Al observarla caminar hacia él logró al fin quedarse quieto.

Majo estaba igualmente nerviosa, tardó en salir esperando que Adam se cansara de esperar y se fuera, tal parecía que no funcionó. Tenía miedo de esa cita, de lo que llegara a significar y de lo que causara. Definitivamente su cuerpo estaba temblando de sólo pensar en ello. Terminó de acercarse a Adam y ambos se quedaron mirando fijamente los ojos del otro, expectantes, maravillados, nerviosos e inseguros.

—¿Vamos?

Asintió resignada a no ser más una cobarde aún cuando tampoco llegaba a ser alguien lo suficientemente valiente.

—Pensé con seriedad a dónde deberíamos ir, y aunque fue difícil, me parece el adecuado.

—¿A qué lugar te refieres?

—Uno que probablemente aliviará al menos un poco la creciente tensión entre los dos.

No te quiero nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora