17. La última oportunidad.

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Despierto ya entrada la noche con muchas ganas de ir al baño, se supone que Naruto tomaría la segunda guardia, pero esta a mi lado tumbado babeando a todo lo que da, suspiro y me giro a mi izquierda, descubro que por primera vez Sasuke esta completamente dormido, hasta podría decir que ronca, seguramente no descanso nada con la fiebre y el hecho de no haber cenado nada no ayudo, el estar en medio no me ayuda a pararme, tengo que aguantar,finjo que por accidente la circunstancia me acerca a Sasuke, por un segundo siento su pecho, su calor, pero el se gira bruscamente y me quedo en la oscuridad.

Dormimos hasta tarde, casi es medio día, el sol esta a punto de llegar a la cima, cuando abro los ojos luego de soñar con Orochimaru descubro que Sasuke ya esta de pie, también decidió tomar la iniciativa de encender fuego.

-Buenos días Sasuke kun- digo mientras me estiro, luego comienzo a mover a Naruto, supongo que continuaremos con la búsqueda del pergamino del cielo que nos hace falta, luego de muchos jalones Naruto despierta de malas.
-Ahora que estamos todos despiertos debemos encontrar algo de comer.- dice Sasuke, descubro que no estaba intentando hacer una fogata, sino que hizo una trampa, no escuche ni cuando salió a recolectar palos y rocas. Llevo cerca de dos horas intentando recolectar algún fruto comestible, pero mis intentos son en vano, solo hay frutos venenosos, tengo que advertirle a Naruto, si no conseguimos nada de comer es capaz de tragarse un puño de frutos sin consultar si son o no venenosos, jalo aire y me entretengo en un tronco, me he alejado demasiado del grupo, lo mejor es que regrese, solo tengo unos ramitos de menta, servirá para masticar supongo.
Regrese con el grupo, descubriendo que Naruto ha tenido una suerte igual de pésima que yo pescando y Sasuke consiguió un par de pájaros flacos, se encuentra desplumandolos, me alegro de haberme demorado, no me habría gustado que me dejara esa tarea a mi.

-Que bien Sasuke kun, yo encenderé el fuego.- Digo con una sonrisa y huyo de la sangre y las plumas, lo siguiente que hago es recolectar mucha leña y conseguir una fogata diminuta pero estable, Sasuke coloca las aves y yo intento ayudar a Naruto a pescar mientras Sasuke cocina, no tenemos suerte en la pesca, solo terminamos mojados y llenos de tierra, nos conformamos con las aves flacas, quizás más tarde algo más grande caiga en las trampas de Sasuke.

Terminamos de comer, me toco una ala y un par de piernas, Naruto se quedo con una pierna, la otra ala y pechuga, Sasuke con lo mismo de Naruto y entre todos comimos el resto de manera libre, luego de comer nos dedicamos a diferentes tareas, Naruto se la paso chapoteando mientras yo lavaba mi ropa y cambiaba el vendaje de mis heridas, por suerte ya estan cicatrizando, recuerdo cuando Ino me arranco el kunai que tenía en la pierna, sentí más dolor cuando salió que cuando entró, la tarde llega rápido, parece que por hoy no iremos detrás de ningún pergamino, eso me pone feliz, Sasuke decide ir a revisar la trampa, intento ir con el pero me rechaza, me encarga lavar todo mientras Naruto hace el fuego.

EN OTRO LADO DEL BOSQUE

Las garras de la fiera son mortíferas, un kunai sería efectivo si fuera lanzado desde cierta distancia o el enemigo fuera menos fuerte o lento que tú para poder apuñalarlo, pero  para Karin ninguna de las dos posibilidades sería de utilidad, lo aprendió a la mala cuando lo intento, el kunai y sus lentes salierón a diferentes direcciones, es peor haber perdido sus lentes ya que su vista es pésima sin ellos, intenta guardar la calma pero ¿comó mierda se hace eso cuando tienes un oso gigante a menos de un metro de ti? Da un salto al frente y cae al duro suelo, intenta buscar los lentes a ciegas, se gira y descubre que la bestia ya no la persigue sino que al contrarió, esta en el suelo y hay un sujeto delante de ella.
<<mierda, si pudo con el oso yo estaré pérdida>> se estira nuevamente llena de pánico, encuentra por fin sus gafas, las toma y la figura borrosa que vio hace un instante toma la forma de un chico apuesto que la miran, ella temblando ofrece el pergamino de la tierra que es lo único que le queda de valor.
-hmmp, un pergamino de la tierra igual que el de nosotros que mala suerte.- Dice el azabache mientras esboza una sonrisa. -Nos vemos.- de un par de saltos desaparece dejando a Karin con un gran sonrojo.
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Si todo fuera de un color cerezo. Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu