Archie nunca había visto a alguién que pareciera tan fuera de sí como en ese momento. Alguien capaz de matar sin arrepentirse después, sin embargo, parecía que siempre había una primera vez para todo.

—Dallas, no bromees —su voz sonó más firme que antes, aunque estaba alerta no quería mostrar miedo porque de lo contrario, terminaría alentando al chico. Archibald conocía lo suficiente a Marshall Dallas cómo para saber que era del tipo que se engrandecía molestando a los demás, aunque también podía notar el lugar llenándose de sombras, aquello no era natural.

—No estoy bromeando Noble —respondió, arrastrando un poco las palabras. Parecía estar al borde de un colapso, y al mismo tiempo, también se veía como si pudiese despellejar a un toro con las manos.

Para su mala suerte, él apenas podía considerarse un carnero.

—Pues deberías, vas a meterte en problemas si se enteran de que tienes una navaja contigo —dijo frunciendo el ceño, sin poder despegar la mirada de la hoja.

—Nadie se tiene que enterar —murmuró, con una insinuación en su voz que sonaba demasiado peligrosa.

Archibald tragó duro, una niebla oscura se posó cerca de sus hombros, había un olor extraño en la habitación, cómo a sustancia química, el encierro estaba afectando el aire rápidamente.

—Tienes razón, no le diré a nadie, ahora guarda la navaja —acotó, mientras sus ojos se centraban en el cuello del muchacho, una protuberancia extraña se dejó ver cerca de su nuca, al menos en la parte visible de la misma ¿Había algo detrás de él?

—Estaba pensando en usarla contigo cuando la compré ¿Sabes? Pero cambié de opinión —Marshall soltó una risita y alguien más río en la habitación.

—Dallas ¿De qué estás hablando? —preguntó sintiendo cómo un escalofrío le recorría el cuerpo, toda aquella situación de repente comenzó a cobrar sentido, pero, mientras las respuestas aparecían en su cabeza, la situación dio un giro inesperado.

—Esta es la mejor manera de romper a la persona que odias —Y acto seguido, giró la navaja en su mano y arremetió contra sí mismo, apuntando directamente a su cuello.

—¡Dallas! —Archie gritó, al tiempo que saltaba sobre el muchacho para desviar la trayectoria de la hoja de metal, sin embargo, no consiguió detenerlo por completo, causando que una fea herida se abriera sobre su hombro.

Él prácticamente se colgó del brazo del tipo, pero su fuerza era aún mayor de la que pensó que tendría. La risa extraña volvió escucharse, mientras Archie luchaba contra un furibundo Marshall Dallas.

—¡Suéltame! —exclamó el chico, tratando de apuñalarse con una mano, mientras con la otra empujaba a Archie. Las cosas no le estaban saliendo cómo planeaba.

La neblina negra de repente fue insoportable, se metió en los pulmones de Archibald, dificultándole respirar. Su cuerpo comenzó a sentirse pesado, como si estuviera engarrotándose, el cuchillo cortó de manera superficial en un costado de su torso, pero no sintió dolor, en su lugar lo inundaron las ganas de abandonar aquella lucha.

"Acabo de ser lastimado por tratar de ayudar al idiota de Marshall Dallas" pensó, echando un vistazo fugax a su herida "Sólo debería dejarlo morir".

Sin embargo, reaccionó a tiempo, dándose cuenta de lo que estaba pensando y en un arranque de adrenalina consiguió zafarse del agarre, logrando que ambos soltaran el arma. Cuando la navaja cayó al suelo los dos se miraron durante un segundo, antes de lanzarse por ella.

Cómo dos perros luchando se empujaron el uno al otro, sin embargo, Dallas tomó la delantera debido a su fuerza física superior y se lanzó contra Archibald. Este apenas y pudo esquivarlo, trastabillando y cayendo sobre su espalda. Marshall aprovechó esta oportunidad para intentar apuñalarlo.

Sobre mi cadáver (HDLO#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora