Tres horas después no solo había leído el libro si no que también había aprendido muchísimas cosas acerca de mi embarazo y había tomado una que otra anotación de algo sumamente importante y que no debía olvidar como que mi embarazo duraba solo tres meses.

Por lo que de seguro mi barriga comenzaría a crecer en desmedida en poco tiempo.

Lentamente me pare del sofá y camine hasta la puerta, segundos antes de salir me detuve y sostuve mi vientre con una sonrisa. Lo acaricié un poco y luego solté un lastimoso suspiro; Axel no vería el nacimiento de su bebe.

Deje la melancolía a un lado y me prepare mentalmente para salir. Al hacerlo me sorprendí por la enorme cantidad de personas que había en mi ¿Patio?

—Están todos —avisó Michael.

—¿Que se supone que haga ahora? —Susurré más para mí que para él.

—Dar órdenes su majestad —el idiota se había medio burlado —linda corona.

Toque el objeto sobre mi cabeza y luego me la quite para observarla con detenimiento.

—Tiene que ser una broma —la Corona que Dios me había dado se había fusionado con la que Lucifer me había dado. Ahora era un cuarto de corona plateada y un cuarto de corona dorada con negro y ese orden se repetía una vez más.

—Debes admitir que se ve bonita —me quito la corona de las manos y me la coloco otra vez en mi cabeza.

—Ya se que hacer —solte un suspiro para calmar mis notables nervios y caminé hacia el tumulto de personas.

Cuando estuve frente a ellas, sus ojos ya estaban clavados en mi. Tranquilamente eleve el pedazo de tierra debajo de mis pies y lo deje a una altura en la que todos podían verme.

—Ustedes permanecerán aquí hasta el día de la guerra. Se crearán casas hechas fácilmente en las que podrán vivir, este lugar se habilitará a su antojo - junté mis manos por lo bajo y estruje mis dedos unos con los otros - cada especie va a mejorar en los que son buenos y utilizarán las armas que más les guste. Lo primero en todo este proceso es crear sus casas. Luego de eso elaborarán sus armas.

Y así se hizo, cada especie construyo su lugar a su antojo, los duendes construyeron debajo de la tierra, junto con las demás especies que se creían extintas, las hadas crearon su propio bosque y los vampiros decidieron construir bajo tierra porque así les era más fácil. Los lobos pidieron un bosque a las hadas y así sucesivamente.

Luego de ese día crearon sus armas, los duendes y hadas crearon arcos y miles de flechas, los lobos y vampiros crearon espadas con las que lucharían cuerpo a cuerpo. Las sirenas crearon sus enredaderas reutilizables (ni idea de donde sacaron el término) y las especies extintas como los dragones utilizarían el fuego como su arma.

—¿Y si le doy una forma humana a los dragones? Así ellos harían su propia armadura - la idea sonaba grandiosa, pero no sabia si ellos estarían de acuerdo.

Así que me teletransporte hacia su cueva y busque al jefesito de ellos, al encontrarlo me acerque despacio y con su cabeza el hizo una pequeña reverencia.

—¿Cuantos dragones son?

—17 —respondió de una a mi pregunta.

—¿Quisieran tener una forma humana y así hacerse sus propias armaduras ustedes mismos? —su rostro; aunque imperceptiblemente, se descompuso.

—No, gracias —asentí, di media vuelta y desaparecí. Que pena, hubiese sido una gran idea.

Un mes después

Mi Ángel GuardiánWhere stories live. Discover now