Salgo de casa dándole un fuerte golpe a la puerta. Es de noche y no sé qué me pasa esta noche. Me acerco al garaje y pongo en marcha mi moto. La saco del garaje y cierro la puerta. Hace tiempo que no monto en ella. Acelero una vez. Miro hacia arriba. La luz de su habitación está apagada y yo doy un fuerte suspiro ahogado. Esta noche hace frío. Desciendo por la principal y adelanto en zigzag a dos o tres coches. Miro por el espejo que un coche se me acerca peligrosamente. Es uno de los que adelanté hace unos minutos. Las ruedas suben haciendo algo de ruido por una pequeña pendiente y giro a la derecha. Se me confunde la calle con su rostro y alejo mis pensamientos pestañeando dos veces. Doy un fuerte frenazo. He estado a punto de chocar. Suspiro. Giro a la derecha, recto. Veo una pareja de enamorados y a una chica que va sola por la calle. Quizás ahora mismo esté como yo. Tráfico nocturno. Genial. Giro y voy todo recto. Regreso por los alrededores del barrio. Miro de reojo mi reloj negro. Diez y media de la noche. Vuelvo a ver de nuevo a la chica. Quizás ha bajado por el pequeño desvío. La observo a lo lejos. Me suena demasiado. Me acerco con la moto. Camina algo coja. Frunzo el ceño. Acelero hasta llegar a ella. Mierda. Es Angie.

- ¿Se puede saber qué haces sola a esta hora por aquí? – le digo algo alto pues con el ruido de la moto, se me escucha ligeramente bajo. Ella me mira y sigue caminando. Tiene un pequeño corte en la rodilla.

- ¡¿Qué te ha pasado?! – acelero un poco más hasta alcanzarla. No me contesta.

- ¿¡Me quieres decir que te pasó Angie!?

- ¡No te importa! – me grita. La observo seria.

Ella suspira y sigue caminando. Me cago en mi vida. Me bajo de la moto, la dejo sobre la acera y saco una pequeña caja de curas. Me acerco a ella. La cojo en brazos a fuerza y cruzo la carretera. Ella me grita, me araña, me vuelve a gritar e intenta escapar.

- ¡Que me sueltes! – espetó.

- Qué horror, parece que no maduras. – le digo enfadado. – Estate quieta de una vez.

- Nicola, que me sueltes. Te voy a denunciar.

- Pues denúnciame. ¿Qué te ha pasado?

- ¿¡¡¡Se puede saber a dónde vamos!!!? – grita con fuerza.

La dejo en el suelo. Hemos llegado al río. Ella me mira y yo la miro. Aparta su mirada de mí e intento subirle los vaqueros para curarle la herida. No se puede.

- Quítate los pantalones.

- Estás loco.

- ¿Y cómo quieres que te cure eso si llevas unos pantalones apretados?

- Nadie te ha dicho que me cures.

Se levanta cojeando e intenta irse. Tiro de su mano y cae de nuevo al suelo. Bien. Le quito los pantalones yo mismo. Los tiro a un lado y le pongo betadine en la herida. ¿Qué es esto? Es un corte profundo. Deslizo un pequeño algodón mojado por el contorno mientras que de sus labios se escapa un pequeño “tsssss” de dolor. Levanto un poco la mirada y la observo. Tiene los ojos cerrados y se está mordiendo el labio inferior de dolor.

- ¿Qué te pasó?

- Me caí. – responde sin abrir los ojos.

- ¿Qué hacías sola?

- Necesitaba estar sola. – abrió los ojos por fin y me miró. Luego rodó la cabeza y se volvió a morder el labio. Aprieto un poco más la herida y le ato un pequeño trozo de tela en la pierna. 

¡Desafío al Corazón!Where stories live. Discover now