Capitulo 34

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Ella soltó una muy débil carcajada. Justo cuando yo pensaba que mi corazón había vuelto a su tamaño normal volvió a inflarse. Ella acarició con su pequeña mano mi mejilla produciéndome sensaciones inexplicables. Comenzó a acercarse poco a poco a mí y depositó un fugaz beso en mis labios. Luego se separó, soltó sus pequeños brazos y carcajeó. Se acercó a la puerta y la abrió. Elevé una ceja observándola mientras ella me miraba incrédula.

-Anda, vete. – dijo intentando parecer seria.

-Pero eso no se vale. – hizo un mohín y caminé hasta ella.

Cerré la puerta con la mano, apoyándola esta vez en ella. Sin dejar de mirarnos a los ojos amagué hacia su cuello nuevamente. Una cosa estaba clara. Deseaba a esta mujer como nunca desee a nadie. Deposité tres besos mojados en su cuello y luego ella giró su cara para besarme con algo de entusiasmo en los labios. Sentí como se me iba el aire de los pulmones y de repente una corriente subió por mi piel. Abrió su boca, introduciendo su suave lengua dentro de la mía. El calor me embargo por completo de nuevo y mis manos la presionaron con fuerza a mí mientras el deseo me llenaba el cuerpo. Enredó sus manos en mi cabello y me beso con más furia. Le devolví el beso, ansioso. Angie puso algo de distancia entre nosotros, sin separar nuestras bocas y susurró sobre mis labios.

-Nicola. – susurró.

Me hizo volar con destino a Marte pero volví a bajar cuando volvió de nuevo a pronunciar mi nombre. Diablos, sonaba sexy mi nombre en su boca.

-Nicola, – rió sobre mi boca. – ya.

Me separé sutilmente y besé su mejilla. Abrí el pomo de la puerta y la miré.

-Que duermas lindo. – dijo ella corriendo hacia su cama, se tiró en esta y subió su manta, luego carcajeó y me miró. Yo, que aún me encontraba en el marco de la puerta totalmente atontado, me obligué a pulsar el botón de play para reaccionar.

-Tu también. – dije sonriendo saliendo de mi pause. Ella me devolvió la sonrisa y me regaló un melodioso ‘Hasta mañana’ para más tarde, cerrar la puerta.

Con en el corazón en la boca y el pulso como una locomotora llegué a mi habitación. Cerré la puerta y en el trayecto de la puerta a mi cama, me miré en el espejo.

-¿Qué? – le dije a mi otro yo. - ¿Por qué sonríes tanto?

Soné tan estúpido que me aterroricé de lo que acababa de hacer. Me quité la blusa y la lancé al suelo. Luego hice lo mismo con mis pantalones y tiré de la colcha. Salté hasta mi cama. No subí la colcha porque hacía así como…mucho calor. No, calor no era. Bueno vale, si lo era. Pero otro tipo de calor. Estaba totalmente caliente. Mi corazón gritaba. Tenía ganas de salir corriendo de aquella situación e ir con ella. No entendía nada de lo que me acababa de pasar. Cerrar los ojos cuando nuestras narices rozaban. La electricidad después de cada beso. La electricidad antes de ese beso. Las ansias de estar cerca de ella. Recordar cada toque, cada movimiento. Sus ojos, su boca, su pelo, sus gestos, su risita en mi boca, su…

-Enamorado Porcella, estás enamorado. – dijo una vocecita a penas inaudible.

-¿Qué?

-Estás perdidamente enamorado. ¿No te das cuenta? – volvieron a decir.

Esto ya sobrepasaba los límites. Ahora andaba escuchando voces. Agité mi cabeza y cerré los ojos con fuerza y me giré.

-No intentes negarlo más, tu bien lo sabes. Acéptalo.

-¿Pero quién eres?

-Tu otro yo. Soy tu conciencia

¿Enamorado?  Yo no puedo estar enamorado. ¿Nicola? ¿El mujeriego de la universidad? ¿Enamorado? Un nudo en la garganta. Quería gritar, tenía miedo, ¿Qué era todo aquello? Quería también correr en dirección contraria a sus sentimientos...quería huir. Pero, quería quedarse. Por otra parte estaba Angie, ‘Me gustas, me gustas mucho’ ¿Lo decía de verdad? Quizás estaba jugando con él para pagarle todo lo que le había hecho desde que llegó a la universidad. Aunque sus ojos no decían eso, ni sus besos…ni sus caricias. Estaba totalmente confundido.

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora