Capitulo 33

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• 10 horas más tarde.

Angie y Justin no se habían vuelto a ver. Ellos y seis chicos más eran los únicos que no se habían ido de la universidad. Angie se acababa de duchar y se había puesto una blusa larga y un pantalón cortito como pijama. Estaba acostada en su cama, ya casi estaba quedándose dormida. Era increíble el cambio de estado que se había producido en ellos desde aquel momento de la mañana. Pero seguían sin aceptar lo evidente. Ella se acurrucó y subió su manta. De repente un mar de flashbacks la invadió. Estaba recordando el beso. Le encantaba como besaba Nicola y eso si que no lo podía negar. Mordió su labio inferior y giró, consiguiendo una posición distinta. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Qué pasaba entre ellos?

|| Narra Nicola ||

Estaba en mi habitación. No la había vuelto a ver en todo el día y yo no sé que me pasaba pero necesitaba volver a verla. Estaba inquieto pero no sabía qué hacer, ya era de noche. Pero no me iba a dormir sin verla. Suspiré mirándome en el espejo.

- A ver ‘man’ piensa. – me dije a mí mismo. – Has hecho esto mil veces. Vas allí, le dices que…puff. ¿¡Que le dices!?

Caminé hacia atrás y no pensé más. Abrí la puerta. Observé hacia todos lados. Casi de puntillas y esperando que no me descubrieran llegué a la zona de chicas. Miré hacia un lado y giré lentamente el pomo de la puerta de Angie. Sonreí levemente. Todo estaba oscuro. ‘Me va a matar’ pensé. Entré dentro de la habitación y cerré la puerta con cuidado, sin hacer el mínimo ruido. Caminé de puntillas hacia su cama. Y encendí la luz. Rápidamente me miró. Se quedó unos segundos observándome y luego elevó una ceja.

-¡Qué haces aquí! – gritó.

¡Shhhh! – dije con mi dedo índice en mis labios. Se escucharon ruidos a fuera. Ella me miró aterrorizada y yo miré hacia la puerta. ¡¿Otra vez?!

-¡Corre! ¡Apaga la luz! – me dijo rápidamente. - ¡Ven! – gritó en un susurro. Yo la observé perdido. - ¡Nicola, que te vengas! – dijo haciéndose hacia un lado. Yo me acerqué rápidamente y me metí en su cama. Ella apagó la luz y subió la manta escondiéndome por completo. Se acostó y me abrazó muy fuerte. Pensaba que se me iba a salir el corazón por la boca. Abrieron la puerta.

-¿Todo bien? – dijo Edu.

-¿Qué pasa Edu? – dijo ella haciéndose la dormida, bostezando inclusive. Esto del teatro se le daba genial. - ¿No ve que estoy durmiendo?

-Lo siento Arizaga, siga descansando. – Y cerró la puerta.

Ella encendió la pequeña luz de la mesita de noche y se enredó en la sábana poniéndose en pié. Yo la observé con el ceño fruncido. Se veía tan linda. Cogió una toalla y la colocó debajo de la puerta, tapando la claridad. Me miró.

-¿Se puede saber que haces aquí?

-Me aburría. – dije simple. Volví a observarla. No Nicola, no. La volví a mirar a los ojos.

-Ah, genial. – dijo sentándose en la cama de Cachaza. Justo enfrente. Me dejé caer hacia atrás en la de ella.

-¿Y no piensas irte o qué? – preguntó.

-No.

-Pues esa es mi cama.

-Ahora es mía.

-No Nicola en serio, vete a tu habitación. – escuché como se ponía en pie. Se acercó a mí. Tiro de mi brazo. – Anda, vete, que quiero descansar.

-¿Por qué me besaste?

-¿Qué? – dijo incrédula. Volvió a tirar de mi brazo. - ¡Que te levantes!

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora