Capitulo 9

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-Entonces ve a cambiarte, yo te espero aquí. – sonrió. Le devolví la sonrisa y asentí. Entré por un pasillo totalmente blanco, la verdad que asustaba un poco. Eran las duchas y se encontraban en el gimnasio. Entré en una de las duchas, dejé mi mochila a un lado pues había un espacio para poder vestirte y dejar tus cosas. Me desnudé. Al terminar de ducharme, en 5 minutos he de resaltar, escuché un ruido. Fruncí el seño y se escucharon unas risas. Me vestí rápidamente y guardé las cosas en mi mochila. Intenté abrir la puerta, pero esta no se abría. Fruncí el seño y volví a apretar el pomo de la puerta. Otra vez risas. Respiré hondo. Ya estas estúpidas estaban colmando mi paciencia.

-Ya me estáis abriendo pedazo de descerebradas.

No recibí respuesta. Lo volví a intentar.

-Muy bien. Estáis agotando mi paciencia.

Miré hacia atrás y di tres pasos, luego, le di una patada a la puerta. Ésta se abrió y Miley me observaba con una expresión de asombro. Cinco chicas más me miraban tras de ella. Sus bocas casi formaban una ‘O’.

-A ver preciosa. – me acerqué a ella. Ella se acercó a mí. – Si tienes algún tipo de problema con tu vida, encuéntrate primero y luego, empieza a resolver tus problemas. Yo no soy ninguna estúpida que intenta joder la vida de los demás porque se siente inservible. ¿Vale? – sonreí y le di un leve empujón. – Así que adiós.

Suspiré pesadamente saliendo del gimnasio, escuché el murmullo de Milet diciéndome algo a lo lejos, pero la ignoré completamente. A las personas como ella, hay que ignorarlas. Eso era lo que decía mi madre. De repente, sentí una gran presión sobre mí.

-¡Joder! – exclamó el castaño, tirándome al suelo. - ¡Mira por dónde vas! Se puso en pié.

-¡Eres idiota! – exclamé esta vez yo poniéndome en pie. - ¡Mira por dónde vas tú! – fruncí el seño. ¡Estás en las duchas de las chicas!

-¿Y eso qué? – elevó una ceja.

-Que tienes que fijarte tú, – resalté la última palabra. – por dónde vas. Di media vuelta y seguí mi camino. Tiró de mi mano.

-Es por allí. – dijo riendo. Lo miré. Gruñí. Fui en esa dirección.

-¡Ya deja de seguirme Nicola! – me paré y lo mire.

-Perdona fea, pero esa también es mi clase. – carcajeó. - ¿O a caso me vas a negar que no te gusta que vaya tras de ti?

-¿Qué? – dije con una expresión de asombro. - ¡Pero si te estoy diciendo que no me persigas!

-No mientas, sé que te encanta.

-Eres un hipócrita infantil. – caminé más rápido. Se puso a mi lado.

-Se escuchó una pequeña risita. – Te encanto. - Lo miré con una expresión de horror.

-Lo que me faltaba. – alcé ambas cejas luego solté una gran carcajada. – ¿Creo que eres un poco egocéntrico no? – lo miré.

-Lo justo para una persona como yo. – dijo resaltando el yo.

-Idiota. – negué. - Nunca desearía soñar contigo. Tendría miedo.

-¿Miedo? Ni en tus sueños más bonitos ha aparecido algo como yo.

-No lo llamaría precisamente sueño si sales tú. Más bien, creo que sería una pesadilla y, te aseguro que sería menos horrible si en vez de tu cara apareciera la niña del exorcista. – Lo miré por última vez con cara de pocos amigos y entré en clases.

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora