Capitulo 6

410 12 0
                                    

Bajo al campus, a la zona de la piscina. Las chicas no estaban cuando desperté. Jazmín y Natalie están echadas tomando el sol, totalmente embadurnadas de aceite. Los demás están en el agua, entre estas Cachaza y un chico charlando animadamente. Es Domingo y hace un día totalmente increíble. Increíble para estar tomando sol o en el agua. De pronto veo a Gino. Se pone en píe y se lanza desde el borde de la piscina, mientras que yo, prudente, me siento en una hamaca sobrante al lado de Jazmín. Miro hacia al fondo. Milet. Viste un traje corto de raso rojo. El escote le llega casi hasta sus pechos, mientras que la espalda está completamente desnuda hasta el trasero y tiene unos tacones altos negros. Vamos, lo típico para salir un domingo al campus de la universidad. Nótese la ironía.

Vuelvo a mirar a mi lado derecho y veo a Jazmín charlando animadamente con Gino. Los dos ríen. Sé que a Jaz le encanta Gino, ellos carcajean. Me gustaría saber qué tipo de cosas se están diciendo. En ese previo momento, Gino mira hacia a mí y yo quito rápidamente la mirada. Siento su mirada sobre mí. Me levanto, camino por los altos árboles y me pierdo en aquel lugar.

Me quedo observando cada centímetro. Esto es realmente enorme. Árboles, flores, árboles, más árboles, más flores. Es como un bosque dentro de la universidad. Piso hojas secas, piedras y respiro aire fresco. Un lugar precioso el cual me encantaría fotografiar. Saco mi teléfono móvil y hago algunas fotos, que no tardo en subir a mi página Web. Suspiro varias veces inhalando el aire mientras este llega hasta mis pulmones. Me encuentro una hoja. Pero no una hoja cualquiera. Me agacho y la cojo en mis manos mientras la acaricio, como si de una muñequita de porcelana se tratara. ‘’Encontrar un trébol de tres hojas le puede suceder a cualquiera. Pero uno de cuatro hojas. Este es solo para quien tiene suerte. ’’ Según leí un día en un libro, la primera afirma que la primera hoja de la izquierda del tallo trae fama, la segunda hoja riqueza, la tercera amor y la cuarta salud. ¿Y qué hago yo ahora con un trébol? Me pregunté. Lo guarde en mi bolsillo y continué caminando. De pronto, sentí un chasquido de hojas. Miré hacia atrás. No había nadie. Continué caminando. Otra vez el mismo chasquido.

-¿Quién anda aquí? – pregunté con voz fuerte. Nunca puedes dejarte ver débil ante el enemigo.

-¿Quién anda aquí? – volví a preguntar.

-OH, un espécimen. – dijo un estúpido de pelo castaño y ojos azules saliendo de un árbol.

-¿Qué quieres Nicola?

-Nada. – carcajeó y caminó delante de mí.

-¿Me estás siguiendo? – pregunté.

-Claro. ¿No ves que no puedo vivir sin ti? – contestó carcajeando mientras seguía caminando.

-¿Y entonces qué haces aquí? - le seguí. Observé su mano. Estaba escachando en su puño una cosa verde.

-Eso a ti no te importa.

Fruncí el seño y di la vuelta, caminando por donde venía. O eso creía yo. Separé ramas, hojas y me clavé púas en los brazos. A pesar del pulóver, los rosales se clavaban.

-Auch. – gruñí frotándome el hombro.

Aún frotándome seguí caminando. No recordaba haber pasado por aquí antes. ‘Si no encuentras la salida, sigue caminando.’ Pues así hice. Seguí caminando. ¿Es posible que no recuerde si he pasado por aquí o no? Prometo que no me suena nada. Quité mis gafas y las limpié con mi chaqueta, volví a colocármelas. Me detuve observando los alrededores, todo eran árboles, y árboles, y árboles, y árboles, y árboles. Y árboles. Ah, y árboles. Nuevamente el chasquido de hojas.

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora