Capitulo 86

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“Anda, súbete conmigo de nuevo a esa montaña rusa donde el ritmo lo marca los latidos de mi corazón. Donde tú y yo lo único que tenemos que hacer es dejarnos llevar. Donde voy a quererte hasta la última letra de tu nombre. Porque eso es lo que me apetece hacer hoy. Hoy. Y todos los días de mi vida.”

Anónimo. Es anónimo. Nicola. Una serie de sentimientos escritos y unas ganas de abrazarte gigantes. ¡Ves! otra vez mi cabeza que piensa “átame” mientras escribe “suéltame” y así todo el día. Que si te odio... que si te quiero, que si te escupo…que en realidad quiero morderte, que quiero empujarte de mi mente. La verdad es que quiero que me hagas el amor despacio. Tú eras mi desastre, mi desastre, y ahora siempre hace frío y nadie me muerde.

- ¡¡Angie, te están llamando!!

- ¿¡Quién!? – grito metiendo la carta en el sobre.

- ¡¡Mario!!

- ¡Ya bajo!

Y cuando estoy a punto de salir por la puerta, él se choca contra mí.

- ¡Lo siento! ¿Estás bien? – dice entre risas. Yo me froté el hombro.

- Sí, sí.- reí esta vez yo. - ¿Qué pasa? – carcajeo. - ¿Por qué tanta prisa?

- Corre, ponte algo más…-me examinó. – Ponte un pantalón corto, y una blusa de tirantes.

- ¿Por qué? ¿A dónde vamos?

- A limpiar mi coche.

- ¿Qué dices?

- Venga ya, hazme caso. Nicola está en la calle lavando el suyo.

Me pongo un pantalón corto y una blusa caída que me deja ver la barriga. Me suelto el pelo y bajamos a la calle. 

Sacamos la manguera. Mario saca unos cubos con espuma y subimos la música a tope. Nicola se hace con nuestra presencia al instante y mira a Mario de una forma…bastante interesante. Mario abre la manguera y juega conmigo mientras yo carcajeo. Comienzo a lavar los cristales. Él se me acerca por detrás y me susurra un “Esto va a ser divertido”. Nicola toca la pita. Se quita la blusa y la deja en el capó. ¿Ha estado yendo al gimnasio de nuevo? Peligro. Acaba de coger la manguera. Sube más su música intentando que no se escuche la nuestra.

Me giro y exprimo la esponja en el cubo, llenándola de jabón. Mario gira la manguera hacia a mí y me moja entera, literalmente.

- ¡Idiota! – carcajeo. El ríe más alto aún.

Tira su blusa también al capó de su coche. Se acerca a mí y me abraza. Luego me acaricia la espalda. Y siento un escalofrío. Y luego un recuerdo. Y no precisamente con Mario. Me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla. Luego él me da una palmada en el trasero y yo lo miro con cara de pocos amigos.

- Te has pasado. – vocalizo. Él ríe y sube más la música. Me giro. Nicola me está mirando. Le sonrío. Qué guapo es.

Comienzo a enjuagar el lateral del coche, y luego cojo la manguera para quitar el jabón. Doy una vuelta y desde esta posición veo a Nicola de frente. Acaba de coger su manguera. Se está mojando entero. Y me está volviendo loca. Maldita sea, estoy hasta las trancas. Hasta las trancas. Siento de nuevo las manos de Mario en mi estómago.

- Lo estamos haciendo bien, tiene ganas de venir aquí y matarme a golpes. – ríe divertido en mi cuello.

Me giro y me quedo frente a frente junto a él. Mario me sonríe y me esconde un mechón de mi pelo tras de mi oreja. Luego con su dedo pulgar me quita una gotita de agua que se me ha caído del pelo y se ha colado en mi mejilla.

- Es normal que te quiera tanto. Eres muy bonita.

- Y tú eres un estúpido. – sonrío de lado y me pongo de puntillas para abrazarlo.

- Oye. – escuchamos una voz detrás de nosotros. Nos giramos. Es Nicola con una sonrisa que no me gusta nada. Mira a Mario divertido y luego me mira a mí de arriba abajo. - se te ha desinflado esa rueda amigo. Creo que debes cambiarla.

Luego se va carcajeando hasta su coche. Miro a Mario y me encojo de hombros. Yo se lo había dicho. Justin era un tío de hechos. No sé cómo pudo hacerle eso a la rueda tan rápido. Mario se acerca al maletero y saca otra rueda. Yo lo miro y luego miro la rueda.

- Déjame.

- ¿Sabes cambiar una rueda?

- Sé ponerla, sácala y luego yo pongo esta.

- Vale.

Se mete debajo del coche para colocar el gato. Saca la rueda en un “plis-plas” y luego me mira. Me agacho y comienzo a ponerla.

- Oye, no sabes el panorama que hay desde aquí. Tendrías que verlo. El sol, redondo, perfecto. – dice Nicola al otro lado. Mario se gira y le responde.

- ¿Qué sol? Estás flipado. Si no se ve nada.

Me levanto. Ya está puesta. Miro a Nicola curiosa. Él me mira carcajeando. 

- Bueno ahora no, pero hace dos segundos estaba ahí. Lo juro. Un sol de ojos claros, pelo largo y vaqueros cortos. Una maravilla. Se veía por debajo de tu coche.

- Eres un idiota, que lo sepas. - le contesto dándole la espalda.

Él suelta una gran carcajada y vuelve a mojarse de arriba abajo. Ese fue el chico del que yo me enamoré. Que alguien me ayude a superar esto, por favor

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora