Capitulo 38

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-Dame. – Dijo arrebatándole la cámara.- Sonríe.

Y así lo hizo. Sonrió. Una. Dos. Tres. Quizás seis u ocho veces. Se remangó su corto vaquero y tiró la blusa, enfocándola a ella.

-¿Puedo sacarte una a ti? – dijo ella. Él asintió y le dio la cámara.

Angie comenzó a fotografiarlo. Era increíble, no tenía ningún perfil malo. Cuando estaba despistado, flash. Cuando la miraba, flash. Cuando sonreía observando el mar, flash. Se acercó a él y colocó la cámara enfocándolos, flash. Alejó la cámara, observando la foto. Miraron la pantallita y luego Angie elevó la cabeza hacia un lado, clavando su mirada en él, sonriendo.

-Vamos a guardarla.

Cogieron el pequeño bolsito de ella y guardaron la cámara. Después de unas discusiones de ‘No’ ¡Sí! ‘No’ ¡Si! ‘No me da la gana’ ‘Confía en mí’ ‘¡NO! ‘Bueno, vale.’ Guardaron el bolso detrás de unas rocas. Angie temía por si se la robaban. Comenzaron a caminar hacia la orilla de nuevo. Ella se dejó caer en la arena, mucho antes de llegar a la orilla.

-¿Te llevo en brazos preciosa?

-No. – elevó una ceja.

-Sube. – le ordena.

-No. – masculló riendo mientras le observaba.

-Anda, sube.

-¿Por qué? No. Eres capaz de bajar hasta la orilla y lanzarme al agua.

-Hmmm…-mordió su labio inferior. – Es una gran idea. Sube.

-No me voy a subir en tu espalda. Me niego.

-Bueno…pues nada. – la mira. – En mis brazos entonces. – Sonríe pícaro y se agacha hasta ella.

-No. No. Y no.

Pero demasiado tarde. Ya está alzada. Grita pataleando, intentando deshacerse de su agarre. Nicola ríe y la deja en el suelo.

-Eres un bruto. – le pega en la barriga.

-Tú una caprichosa.

-Encima la caprichosa soy yo. – pone sus brazos en jarras.

-Sí, sí. Eres muy caprichosa. – dice él acercándose a ella, tirando de su cintura.

-Yo no soy caprichosa.

-Bueno vale. El caprichoso soy yo. Y quiero un beso.

-Tú siempre quieres besos. – giró. - ¿No hay ninguna rubia plástica o alguna morena escandalosa que te complazca o qué? Creo que ya te hace falta…-paró. ¿Qué estaba diciendo? Se giró, observándolo.

-La mujer que quiero, no me hace caso.

-¿Cómo se llama? – preguntó ella frunciendo el ceño. Él se acercó y la tomó por la cintura.

-Gatita.

-¿Gatita? – Angie frunció el ceño y enredó sus brazos en el cuello de Nicola, poniéndose de puntillas.

-Sí, gatita.

-Que feo. – dijo ella sonriendo.

Se acercó a él para besarlo, ya casi estaba cerrando los ojos, cuando se separó. Corrió a la orilla y lo dejó metros más atrás. Nicola avanzó hasta ella y la agarró de nuevo por la cintura, elevándola, entre sus brazos. Avanzó al mar.

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora