Capitulo 61

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Rodeé algunos árboles, miré detrás de algunas piedras. Nada. Sostuve la pistola en mi entrepierna un segundo y me llevé las manos a mi cabeza. Tiré de mi coletero y dejé caer mi cabello para hacérmela de nuevo. Lástima que de nuevo, él ganaba.

-Hola. – me susurró al oído mientras me rodeaba por la cintura con sus brazos. Quizás os parezca extraño, pero me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. No pude hacerme el moño así que, lo dejé suelto. Me giré lentamente y solté una pequeña risa al verle.

-¿Qué? – rió.

-Nada. – carcajeé.

Y Cogí la pistola en mis manos. Él elevó una ceja y yo sonreí maliciosamente. Me alejé, no demasiado y le disparé. Un poco en el dorso, otro en el estómago, un poco más en el cabello y como toque final, me miró esta vez él maliciosamente. Sonreí y dirigí la pistola hasta su entrepierna y disparé. Él abrió mucho los ojos y actuó como un herido y como si la pintura fuese una bala de verdad. Yo comencé a reír demasiado, era imposible. Me tiré al suelo mientras reía. Su rostro era demasiado…cómico. Me había entrado un auténtico ataque de risa. Se acercó a mí y manchó casi todo mi cabello. Yo era la que menos manchada estaba. La verdad que era su oportunidad para ‘ensalzarse’ Se colocó casi sobre mí, mientras me hacía cosquillas en el cuello. Me faltaba la respiración, la cabeza me iba a explotar y la barriga me dolía muchísimo de reír tanto, tenía algunas lágrimas en los ojos incluso. Paró de hacerme cosquillas y comenzó a mancharme aún más con la pintura.

-¡Para ya Nicola! – grité carcajeando mientras intentaba sacármelo de encima.

-No. – dejó las pistolas a un lado y me cogió las muñecas con cuidado, dejándolas paralelas a mi cabeza.

-Necesito respirar. – dije carcajeando. – Me estoy muriendo. - volví a reír y él se contagió, riendo también.

-Vale, ya. – me relajé un poco aún sin dejar de sonreír. – Ahora suéltame.

-Escápate. – me susurró.

-No puedo.

-Es verdad. – curvó sus labios y observó los míos un segundo para luego dirigir su mirada hasta mis ojos.

-¿Qué? – sonreí.

-Nada.

Se acercó peligrosamente y me besó la mejilla, siguiendo el camino hasta mi boca y amagando para llegar a mi cuello y depositar unos cortos besos mojados. Se separó y se puso en pie rápidamente, casi no me dio tiempo a pestañear. Me tendió su mano y la cogí poniéndome en pie. Le miré perdida. Me acababa de dejar desconcertada y con ganas de más.

-Eso tampoco se vale. – tiré de su blusa y lo pegué junto a mí mientras él reía divertido.

-¿El qué? – me preguntó ingenuo.

-Tú. Eres un tramposo.

Pasé mi mano por su cara y limpié un poco la pintura. Me quedé observándolo detenidamente. Repasé sus lunares con la yema de mi dedo pulgar mientras me llevaba la textura de la pintura. Me encanta esa pequeña marca que tiene en el cachete, ese pequeño corte a penas visible. Le da un toque de chico malo que me encanta. Sus ojos brillan muchísimo, son dorados y cuando le da la luz, los vislumbra y se ven totalmente hermosos. Sus labios son de un tono rosa fuerte y cuando los beso, se le ponen rojos y son sumamente suaves. Diablos. Otra vez quedándome en el limbo.

-Estás hecho un asco.

-Tú no te quedas atrás.

-Aun así me dan ganas de comerte.

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora