Capitulo 65

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-No lo extraño, porque siempre has sido tú. Pero antes eras mas…no sé. – sonrió y puso casa pensativa. – Yo me enamoré de esa forma tan descarada tuya y ahora te estás volviendo un blandito. No quiero que pierdas tus cositas de chico malo porque piensas que me gustas más de la otra forma.

-Bueno, eso puedo arreglarlo rápido. – llevé mi mano a su trasero. Ella elevó una ceja divertida y carcajeó poniéndose de puntillas.

-Imbécil – curvó sus labios.

-Fea.

-Idiota. – se puso de puntillas, se acercó a mi boca, me mordió y luego entró en la clase. Madre de Dios.

Me coloqué la corbata y me desabroché el último botón de la camiseta. Entré en clases a paso lento y me dirigí a las últimas mesas, donde estaban los chicos. Me senté sobre el pupitre de Rafa.

-¿Qué tal el examen man?

-Bueno, creo que sumará un 0 más a mi lista. Si sigo así, dentro de poco me compro una finquita cerca de la casa de tus abuelos. -¿Y a ti? – rió divertido.

No pude evitar soltar una leve carcajada.

-Yo creo que bien. – me elevé de hombros. – No sé, espero que sí.

-Seguro que lo sacas man.

Me chocó el hombro y se acercó a la mesa donde se encontraban Mar y Angie carcajeando. Miré a Yaco. Estaba ausente, más arriba de las nubes.

-¿Qué pasa marica? – le choqué el hombro fuertemente. Este se exaltó un segundo, pero luego me dio un pequeño toque en la barriga riendo.

-Nada ‘man’ aquí. – curvó sus labios y volvió la vista a su iPod.

Durante el minuto, se hizo un silencio espeso, de esos que te empiezan a zumbar en los oídos y te obligan a buscar algo que decir.

-¿Estás bien?

-Tío, se tiró media hora hablando a todo meter y no me enteré de nada. Que si Nat estaba con Jorge, que si Nat le dijo a Lucia, que si Lucia le dijo a Jorge… ¡Menudo follón!

-A ver que yo me aclare. – intenté resumir. – Tienes un grave problema de celos, ¿no?

-No…- elevé una ceja observándolo. Él curvó sus labios y soltó una pequeña risa. – Sí, puede que esté un poco celoso.

-Es normal. – volví a darle en el hombro. – Lo raro sería que no te pasara.

El me miró un segundo pensativo y luego asintió. Se puso en pie y me dio un abrazo. Entró el profesor Phill en el aula haciendo que todos ocupáramos asiento. Esta vez me senté atrás con Yaco y Rafa. Angie estaba dos asientos adelante.

-Nicola Emlio Porcella.

Al escuchar mi nombre en labios de Phill, me sobresalté un segundo. Este hombre con su mala leche desde que comenzó a dar clases en la universidad.

-Presente. – contesté con firmeza levantando mi mano.

El resto de la clase transcurrió totalmente aburrida. Él nos dio las pautas para el examen que teníamos mañana de su asignatura. Como habla este tío ¡No para ni para tragar saliva y coger aire! Y claro, entre tanto ‘Quiero hojas dobles, el nombre en la primera cara, en cada hoja doble una pregunta…’ se me fue el santo al cielo. Y menudo marrón.

-¿Se encuentra usted bien? – me preguntó mientras todos se mordían la lengua para no carcajear. Elevé una ceja.

-Perfectamente. ¿A caso no me ve? – estiré mis manos. Vaya, esto me había traído recuerdos del pasado.

¡Desafío al Corazón!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora