Iba a necesitar beber agua y comer un poco, por lo que se giró hacia Archibald para pedirle que fuera a la cocina por ella para ver si podían prepararle algo, sin embargo, cuando lo buscó con la mirada, el muchacho ya se había marchado.





Cuando Archie volvió a la biblioteca no había nada fuera de lugar a excepción de aquella silla rota. Al principio aquello le pareció extrañó, pero después recordó que la mayoría de las cosas las había tomado Darla y que, por lo general, cuando un espíritu sostenía un objeto físico solía llevarse sólo una parte de su esencia. Aunque a sus ojos se viera como si estuviera realmente sosteniendo el objeto, este seguiría en su lugar.

Archibald apretó los labios, frunciendo el ceño, él había prometido volver por Darla a la biblioteca, pero no la veía por ninguna parte. Mientras revisaba el lugar, trató de deshacerse de la desagradable sensación que lo había embargado. Aquel recorrido con Maxine en brazos había sido demasiado familiar, por suerte los pasillos estaban desiertos esta vez, pero tenía la desagradable sensación de que alguien debía haberlo visto.

En Saint Rudolph no pasaba nada sin que todo el mundo se enterara. No era el lugar adecuado para guardar secretos, Archibald lo sabía, eso de que las paredes tenían oídos era muy cierto. Si no querías que la gente oyera tus pensamientos, no debías siquiera poner tu mente en ello.

Por ejemplo, Archibald no le había contado nunca a nadie sobre su "problemita" con los fantasmas. Siempre que pedían su opinión sobre el tema se mostraba cómo un escéptico empedernido. Sin embargo, eso no evitó que a inicios del año pasado todos le llamaran "Chico fantasma" sí, cómo a Dani Phantom, otro de los chistes inocentes de Sunshine.

Archie resopló, dando por hecho que Darla ya se había marchado y se dio la vuelta para salir de la biblioteca, encontrándose de frente con la muchacha, quien tenía los brazos cruzados y lo miraba con expresión acusadora.

—Así que ¿Ya estás de vuelta? —le preguntó, comenzando a flotar para poder mirarlo hacia abajo—. ¿Ya terminaste con todos tus pendientes? —agregó, con gesto indignado.

—Ya han atendido a Maxine ¿Dónde dejaste a la rana mutante? —preguntó, tratando de no sentirse culpable por haberla dejado sola.

—Aquí está —Darla suspiró, levantando un frasco con tapa que cargaba en la mano derecha y que Archie no había notado hasta ese momento—. Tuve que dejar a la señora Prescott sin sus pepinillos, pero me encargué de la criatura yo sola —claramente estaba alardeando.

—¿No está más pequeña? —preguntó, frunciendo el ceño. El pequeño monstruo al que se habían enfrentado era ahora minúsculo, casi parecía... —. La garrapata —murmuró—. ¿Es esa la garrapata espiritual? —aquello era extraño, viéndola así parecía inofensiva, muy distinta a la terrorífica criatura que los había atacado unos momentos atrás. Para empezar, aquella cosa no tenía dientes... O no alcanzaba a verlos.

—Eso parece —comentó la chica—. ¿Y que se supone que vamos a hacer con esta cosa? —preguntó, frunciendo el ceño—. No me cuadra eso de dejarla por ahí abandonada y que se vuelva más grande otra vez, desde que la metí al frasco se ha estado volviendo pequeña y así la prefiero.

—Yo también —convino, al tiempo que se llevaba una mano al cuello, tratando de pensar en la solución correcta—. ¿Y si la enterramos? —acotó—. Suena un poco cruel, pero podemos dejarla morir de hambre, tendrá que desaparecer en algún momento.

—Si entierras algo en medio de la escuela la gente se va a enterar —dijo Darla, mirando hacia otro lado—. Y algunos rumores desagradables podrían surgir —ella se inclinó un poco, haciendo una mueca de comprensión—. Llevo poco tiempo por acá, pero si te soy sincera he escuchado un montón de cosas sobre ti, eres bastante popular, aunque no en el buen sentido —Ella ni siquiera trató de actuar como si sintiera pena por él.

Archie suspiró, al menos era sincera.

—Bueno, tu argumento suena convincente —espetó—. ¿Alguna brillante idea? —Él la miró, esperando que al menos aportase un poco a la conversación.

—¿Y si lo lanzamos al lago? El agua se lo llevará tarde o temprano a algún manto acuífero, muy lejos de aquí —opinó, adoptando una mueca pensativa. En realidad no tenía idea de como funcionaba aquello.

Archie la miró, en realidad no le parecía tan mala idea, aunque acercarse al lago algo que le gustaría hacer un lunes por la tarde. De hecho, acercarse a lagos o ríos estaba en su lista de cosas que no quería hacer en la vida.

¿Por qué?

Fácil, los benditos fantasmas.

Bien, él podía ver muertos, había de diferentes tipos y la mayoría no hacía nada más que penar, sin embargo, había cierto tipo de fantasmas con los que no te querías topar ni en pintura.

Los fantasmas de los hospitales, sobre todo en el área de emergencias.

Los fantasmas que fueron víctimas de alguna muerte violenta, cómo asesinatos o desastres naturales.

Y sobre todo, no querías toparte con un fantasma de agua.

¡Morir ahogado debía ser horrible! Y cuando eso pasaba, por lo regular en lugar de penar, los fantasmas sólo querían que tú también murieses ahogado ¡Válgame el cielo! ¡La cosa se ponía peor si podías ver fantasmas! Él pobre Archie nunca había aprendido a nadar por culpa de los dichosos fantasmas de agua.

—¿Te gusta mi idea o no? —insistió Darla, al ver que Archie se quedaba muy callado.

—Está bien —el muchacho suspiró—. Pero ¿Tienes buen brazo? Porque no se nadar y no planeo acercarme al agua —Archibald negó con la cabeza, haciendo una mueca de desagrado.

—Jugué softball cuando estaba en la primaria, fui la capitana ¿Eso cuenta? —preguntó, tratando de sonar humilde, aunque de nuevo era obvio que trataba de alardear.

—Funciona para mí —respondió, ignorando su tono.

Darla soltó un resoplido y comenzó a flotar hacia el lago, siendo seguida de cerca por Archie.

No les tomó más de diez minutos llegar al lugar. Resopló al ver cómo el cielo se oscurecía conforme avanzaban. Darla hizo una mueca, era cierto que estaba atardeciendo, pero el ambiente había cambiado demasiado rápido. De repente una extraña niebla ocultó gran parte del lago, parecía que una densa nube gris hubiese bajado sólo en una parte del lugar. Mientras más cerca estaban, un extraño malestar la golpeo.

—Será mejor que demos la vuelta —aconsejó Archie, caminando a varios metros lejos del agua. Darla obedeció sin chistar, aunque la curiosidad la estaba matando.

—¿Qué es esa cosa? —preguntó una vez que llegaron al pequeño muelle, el cual era el sitio más popular para nadar los días de verano.

—No lo sé, ni quiero averiguarlo —Archie le hizo una seña con la cabeza—. Ahí está, lánzala lo más lejos que puedas —dijo, soltando un suspiro.

—Cómo usted ordene mi capitán —la chica sonrió, adoptando una pose de pítcher y lanzó el frasco con toda la fuerza que tenía.

Un silbido salió de los labios de Archibald al notar cuán lejos había llegado la garrapata.

—Pues sí que tienes buen brazo —dijo sorprendido.

—Te lo dije, estas cuestiones déjamelas a mí.

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Sobre mi cadáver (HDLO#1)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن