Capitulo 90

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Leila estacionó su viejo Renault. Resopló su propio cabello quitándoselo de la frente. Era ahora, o nunca tendría el valor de ver a Christian de nuevo. Sin pensárselo mucho y darle mucha vuelta al asunto, tocó la puerta principal mientras se acomodaba la falda tejana.

Él le abrió la puerta.

Leila: - Ah…hola… - le dijo casi estupefacta. Dios, era en ese momento donde notaba lo mucho que le gustaba Christian. Él le dedicó una sonrisa a medias.

Christian: - Hola…

Leila: - ¿Puedo pasar? – le preguntó ella, Christian solo asintió, abriendo más la puerta principal, haciéndola pasar. De inmediato ella se volteó a mirarlo, lo conocía muy bien.
Leila: - ¿estás bien?, ¿me he perdido de algo? – dijo riendo. Christian la miró enternecido. ¿Por qué Leila tenía que ser tan jodidamente asombrosa? Simplemente no se merecía nada de esto. Cerró la puerta.

Christian: - Perdón por no llamarte…

Leila: - No te preocupes. Ya me acostumbré a que estés desaparecido siempre.

Christian: - No, no…no es así…

Leila: - Hey. – ella le acarició una mejilla. Christian sintió un pequeño remordimiento en el corazón.
Leila: – está bien, ¿estamos bien, no?

Christian: - Creo que sí.

Un silencio incomodo se paseó entre los dos. Leila decidió romperlo.

Leila: - ¿Crees?

Christian: - Yo… Leila…es que… - murmuró.
Christian: – quiero que estemos bien ¿vale?, como amigos, que todo este bien…

Leila sintió una oleada fría en el estómago al escucharlo hablar. ¿Por qué recalcaba la palabra “amigos”? lo eran pero…¿es que acaso Christian se había olvidado del beso de la otra noche? ¿o simplemente no había significado nada?

Leila: - ¿Se puede saber que te sucede? – le preguntó ella. Y entonces recordó. La última noche. Aquella que habían hablado por celular. El cumpleaños de Luke. Christian no fue por ella. Y no había ido por ella por que…

Leila: - ah…¿tu novia te ha prohibido que me veas? ¿es eso? – le preguntó. Y era como si ella misma se hubiera marcado el corazón con una navaja gruesa. Le dolía. Le dolía Anastasia y lo mucho que aún podía importarle a Christian a pesar del tiempo. Era injusto. Injusto para ella, que había pasado un año cerca de Christian solo para enamorarlo.

Christian: - No, Anastasia no es así…

Leila: - Claro, defiéndela. Joder, no puede ser que seas tan idiota. – le dijo sin pensar, y a continuación, lo siguiente también lo diría sin antes meditar.
Leila: – no puede ser que sigas enamorado de ella mientras yo he estado a tu lado todo este tiempo, Christian… - un nudo se le formó en la garganta al escuchar sus propias palabras. Él la miró atónito. Sin saber que decirle.
Leila: – no sé que vine a hacer aquí…

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