Capitulo 38

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Susan: - Seguro habrás hecho ejercicio… - Susan le acarició el brazo derecho. Era tan incomodo tenerla a su lado de esa forma. Tan apegada a él, y con intenciones de seguir hablando sobre su aspecto corporal. Anastasia solo miró.

Christian: - No mucho. – respondió Christian. A su otro lado tenía a Anastasia. Intentó fijarse en lo que hacía, y aunque comía los Macarrones al igual que él, sabía que algo le molestaba. Y no dudaba qué.

Susan: - ¡No mientas! – se rio sola, golpeando el hombro de Christian con amabilidad. Como si este hubiera hecho o dicho algo gracioso. Rebbeca volvió a la mesa, después de a ver colocado más Macarrones en el plato de Patrick, su esposo. - si te vez muy bien…

Christian: - ¿Tú crees? – Christian le sonrió. En un intento por seguir la conversación.

Susan: - Por supuesto… - le respondió Susan. Al igual que él esbozó una bonita sonrisa.

Rebbeca: - Mi hija tiene razón. – sentenció Rebbeca. La anciana codeó a Patrick, queriendo que este también diera su opinión al respecto. Pero él solo siguió comiendo.
Rebbeca: – pero aquí la única que nos puede afirmar si eso es cierto es Anastasia…

Rebbeca la miró con una sonrisa pícara, mientras que Susan se aguantaba las ganas de pedirle a Anastasia que se fuera de su casa. Ya mucho era con saber que era la novia de Christian. Las bonitas mejillas de Anastasia enrojecieron.

Ana: - En realidad no hace mucho ejercicio… - mintió ella. Pues él podía pasarse todo el día haciendo barras o planchas. Y además… por otras cosas…

Christian :- ¿Perdona? – Christian enarcó una ceja, mirando a Anastasia.

Ana: - Eso, que no haces mucho ejercicio. – volvió a decir ella. Esta vez mirándolo divertida. Christian amaba sentir esa bonita química entre los dos.

'¿Y quién es el que te lleva por las noches en sus brazos cuando te quedas dormida en el diván?' Pensó él…
Susan se puso de pie. Observó que el plato de Christian ya no tenía ni un rastro de Macarrones por lo que se inclinó en su lado para recogerlo.

Susan: - Yo pienso que estás muy bien… - le dijo al estar cerca de él. Joder…pensó. Que bonitos senos. Redondos y provocativos. Intentó no fijarse en ellos mientras ella recogía el plato de su sitio. No podía dejar de admitir que Sara se había vuelto realmente buena.

Christian: - ¿De veras? – fue lo único que se le ocurrió preguntar. Esta vez mirándola completamente. ¡NO LO HAGAS! Se dijo así mismo, intentando desviar la mirada. Pero para su pésima mala suerte, Anastasia sí había notado lo que había atraído la atención de Christian. Susan se fue hasta la cocina.
Anastasia se puso de pie.

Ana: - Muchas gracias por la cena. – agradeció una vez puesta en pie.
Ana: – a sido un gusto… - observó a los ancianos. 'Pero a ti no, zorra'.
Ana: – conocerlos.

Y de esa forma salió de la casa de los Hamilton. Cabreada. Sí, oh sí. Por supuesto. Esto le costaría muy caro a Christian..

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