Capitulo 37

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Y sí. Siempre le había gustado Christian. Desde la primera vez que lo había visto conducir esa preciosa Harley Davidson, saliendo con una que otra chica en Kingston. Siempre le había parecido un Dios, capaz de tratarla como se merecía. De extasiarla tanto como podía en la jodida cama. Con tan solo verlo la estremecía por completo, de pies a cabeza. Pero Christian siempre había tenido otros gustos. Otro tipo de tentaciones. Incluso le habían advertido que era uno de esos hombres que te follaban bien la primera vez y te dejaban con ganas, pero nunca confirmaban la segunda cita.

Susan: - ¡Christian! – corrió a abrazarlo. Sus padres la miraron desde atrás. Siempre habían sido muy cercanos a Christian. No como unos padres, si no como unos simples amigos. En especial Patrick, el padre de Susan.
Susan:- ¿Qué haces por aquí? – aplastó sus grandes senos sobre el torso de Christian.

Quería demostrarle que ya no era esa simple niñata que él había dejado cuando se había ido a recorrer el mundo. A secuestrar personas… que era otra. Madura. Mejor. Y completamente para él.

Christian: - Joder… has cambiado tanto… - fue lo primero que dijo Christian. Y realmente si lo había hecho. Susan ya no era una niña.

Oh, por supuesto que no. Lo tenía todo en su lugar. Y perfectamente ubicado. No era más la adolescente de quince que se pintaba las uñas y se escapaba de su casa, era una mujer. Le podría haber llevado a la cama de una vez para demostrar con exactitud que partes de su cuerpo habían madurado. Pero algo que nunca había sentido antes, se había apoderado de él. Y era el simple hecho de amar a una persona. Y no fijarse en nadie más que en ella. Estaba enamorado, y eso Anastasia lo sabía perfectamente.
Susan bajó la mirada mientras abrazaba a Christian, observando que entrelazaba su mano con la de alguien más. Miró a Anastasia.

Christian: - Susan ella es…

Ana:- Anastasia, mucho gusto. – se presentó ella misma. Como siempre. Estiró la mano y Susan se la recibió. Trató de fingir una sonrisa.

Susan: - Mucho…gusto… - apretó y rápidamente soltó la mano de Anastasia y aprovechó que no se había cogido de Christian todavía, para cogerlo del brazo e invitarlo a pasar.
Susan: - ¡papá! – llamó Susan.

Patrick: - Vaya, vaya… - reaccionó Patrick. Traía la usual camiseta de algodón sin mangas.
Patrick: – no me lo creo… así que era cierto que estabas aquí…

Christian: - Todos me dicen lo mismo. – Christian apretó los hombros.

Patrick: - ¡Joder has crecido! – le golpeó un hombro y lo invitó a abrazarlo, Christian lo hizo sin mayor esfuerzo. La mirada de Patrick se centró en Anastasia ahora.
Patrick: – y…

Christian: - Es mi novia. – resaltó él. Y le rodeó la cintura. La piel de Anastasia se erizó por completo.

Patrick: - ¿Tu novia? – Patrick abrió los ojos.
Patrick: – es un placer… - le besó la mano de la misma forma que todos ahí la habían recibido.
Patrick: – espero que sepas que Christian venía aquí de pequeño, se orinaba las camas y no aparecía en un mes. - Anastasia no pudo evitar reír, Christian también lo hizo, aunque sin tomarle mayor importancia.
Patrick: – esta es como su casa.

Rebbeca:- ¿Llevan mucho tiempo juntos? - Rebbeca apareció detrás de Patrick.

Tenía unos cincuenta años igual que Patrick, o tal vez menos. Y había dejado la mesa lista para los cinco. Corrió hasta Christian para besarle la mejilla. Era una de las pocas personas que sabía a que se dedicaba él. Y que aun así le tenía un gran cariño. Sin importar que secuestrara para otras personas.

Rebbeca: – estás más grande…

Christian: - ¿De veras? Yo me veo igual. – respondió Christian.

Rebbeca: - Estás más guapo… - le volvió a decir Rebbeca, apretándole una mejilla.
Rebbeca: - ¿verdad? – le sonrió a Anastasia. Como preguntándoselo a ella en son de broma. Christian la miró a los ojos.
Ana: - Mucho… - susurró ella. Todos rieron, menos Susan.
Rebbeca: - Mi nombre es Rebbeca. – se presentó la anciana.

Ana: - Soy Anastasia. – correspondió ella. Ambas se sonrieron.

Rebbeca:- He cocinado tu plato favorito… - le dijo a Christian.

Christian: - ¿Macarrones? – preguntó él.

Susan: - Como a ti te gustan. – inquirió Susan. Comiéndose a Christian con los ojos, con la simple mirada. Necesitaba hacerle saber muchas cosas. Y odiaba el hecho de que ahora tuviera novia. Aunque eso… no le importara mucho

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