Capitulo 70

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Christian abrió la puerta de su casa. Atrás Leila lo abrazó por la cintura, entrando también a la casa de Christian.

Leila: - ¡Te dije que los Lakers ganarían! – le dijo ella, colocando su mentón sobre el hombro de Christian. Este cerró la puerta con una mano y siguió caminando con Leila detrás suyo hasta su pequeña cocina.

Christian: - Vale, sí… me has ganado la apuesta…

Leila: - ¿Solo eso? Me debes treinta dólares, guapo.

Christian: - ¡Dijimos que serían diez! – le dijo él, y soltó una risa. Leila lo soltó y se colocó en frente de él. Lo miró divertida.
Christian: – enserio… - susurró él, con una bonita sonrisa en los labios.
Christian: – vale, vale… como quieras, yo en vez de darte los treinta dólares te iba dar otra cosa, nena. – abrió la nevera y sacó un RedBull helado, con otra sonrisa pícara en los labios. Leila abrió los labios. Sus finos y pequeños labios.
Christian: – te pago mañana, ¿sí?

Leila: - Como quieras. – aceptó ella. Christian tomó de su lata de RedBull. Sintió el frío de la bebida dentro de su garganta. Ese frío que pronto se convirtió en lo contrario cuando sintió la mano de Leila tocar la suya y quitarle la lata.
Leila: – al menos deberías regalármela. – y tomó de su lata. Vaya, vaya…

Christian: - Es mía. – se la quitó él. Leila lo miró mal.

Leila: - ¡Christian!

Christian: - ¿Qué? – le preguntó él. Lo más inocente posible. Entonces ella fingió estar molesta. Le gustaba hacer eso y sentir que a Christian en verdad le importaba mucho lo que ella sintiera. De alguna manera, la hacía sentir especial. Intentó irse, pero Christian la cogió del brazo.
Christian: – ven… - la acercó él.
Christian: – no te molestes…

Leila: - Me debes trein…

Christian: - Sí, sí…ya sé… - Christian puso los ojos en blanco. Y una pequeña oleada de deseo se pasó por su cuerpo. Un deseo limpio. Uno que no sentía hace mucho tiempo. Miró sus labios y sintió la mirada de Leila en los suyos. Era bonita. Guapa. Muy guapa. La había conocido poco después de… bueno, de aquello que no quería recordar. En una cafetería. Él se sentó en la misma mesa que ella por que no habían más. Y así había empezado todo. Entonces deseó besarla. Y hasta más que eso. Joder. Hace mucho que no se sentía de esa forma.

Y fue aún peor cuando sintió las tibias manos de Leila sobre su pecho, lo hicieron estremecerse tanto que hasta empezaría a temblar… ahora sus manos le abrazaron la nuca y él abrazó su cintura suavemente. Que bien se sentía…

Leila: - Bésame. – le pidió ella. Y él la miró de nuevo a los ojos. Lo hizo. Sus labios se comieron los de ella. Mezclando sus alientos. Ella se separó, soltando un respiro. El aliento de Christian era delicioso. Se relamió los labios. Y pronto, volvió a besarlo de nuevo.

Secuestrada Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz