Capítulo 23. Solo mía.

1.5K 77 20
                                    

—Aléjate. -Dije, sin embargo yo sin moverle un centímetro-
—¡Ember! -Me alzó la voz presionando mi cuerpo contra el suyo, sobresalté del susto, él está completamente molesto, fúrico por la forma en la que sus manos tiemblan al sostenerme, su mandíbula la aprieta con fuerza- ¡No puedes jugar así conmigo!
Se dio la media vuelta para poder respirar. Tengo tanto miedo que no me moví de donde estoy sentada en la barra, aún en toalla y escurriendo, con tal de que esto no pasara a mayores. Volteó a verme nuevamente, con su respiración igual de agitada.
—¿Por qué lo besaste? -Preguntó firme, tensando su mandíbula aún más- Te vi besarlo cuando salió de aquí -Dijo desesperado, uy Harry, si supieras lo que hicimos- Eso significa qué pasó la tarde contigo, ¿No dulzura? -No sé qué contestar, todas las respuestas son incorrectas ahora-
—Tienes que calmarte. -Pedí frágilmente, pasando saliva, no tengo otra defensa ante él, sus labios temblaron, pude notar como apretó sus puños con fuerza, cuando no soportó más su ira interna y tomó el porta cuchillos de madera que tengo. Joder, no, no, no.- ¡Harry! -Grité antes de que hiciera alguna locura-
Lo lanzó a la pared, rompiéndose en pedazos dejando caer los cuchillos por separado en el suelo. ¡Santo Dios! ¿Qué mierda? Es la primera vez que lo veo con tanta ira brutal, la primera vez que veo tan descontrolado a alguien con un carácter tan propio como lo tiene él.
—¡Joder Ember! -Grita histérico- ¡Dejaste que ese hombre sintiera tus labios!
Tomó la botella de vino que había abierto con Zayn, la había dejado en la barra, y la lanzó contra la pared creando un fuerte escándalo, todo el líquido rojizo obscuro se fue escurriendo cayendo al suelo. Bajé de estar en la barra totalmente molesta e incrédula, observando lo que pasa.
—¡Cálmate maldita sea! -Grité molesta, no puede entrar a mi casa a romper mis cosas, ¡Qué carajo le pasa!- ¡Tienes serios problemas!
Tomó los platos limpios del lavabo para comenzar a lanzarlos con una ira brutal, está irreconocible en estos momentos, me agaché alterada, escondiéndome de él.
—¡¿Por qué me hacen enojar?! -Gritó antes de volver a lanzar otro plato con fuerza a la pared, esto es un completo desastre-
Jamás lo había visto con esta ira, jamás en mi vida habías visto a alguien tan molesto como él ahora. En toalla, comencé a gatear para salir de la cocina mientras él la destrozaba con quién sabe cuántas cosas que rompía a su alcance. Me puse de pie y corrí a la caja de armas, saqué la primera pistola pequeña que agarré, busqué las balas en la caja.
Sin aviso alguno, todo se volvió silencio absoluto. Estoy temblando, literalmente, puedo ver el arma temblar en mi mano, puedo sentir mis piernas que se sostienen con esfuerzo, es un silencio tan escalofriante que dudo que siguiese ahí, mi respiración agitada es mi única compañía. Hasta que escuché sus pisadas, que truenan los platos en el piso con cada una que daba, hasta salir de la cocina. Lo vi de pie alejado de mi, está con su rostro tan tranquilo como siempre y calmado, bajé mi mirada a sus muñecas que están ensangrentadas, sus nudillos un desastre, subí la mirada nuevamente a sus ojos, quienes me veían de una manera pacífica.
—¿Puedo usar tu baño, dulzura? -Preguntó con la misma ronca y atractiva grave voz de siempre, como si nada hubiese pasado-
Yo sigo temblando, viéndolo con horror, no sé qué acaba de pasar, no sé qué contestarle, pensé que cualquier cosa podría alterarlo de nuevo. Tengo el arma en mis manos.
—A un lado de las escaleras. -Me limité a responderle en un hilo de voz-
Asintió, para comenzar a caminar hasta allá, no le quité la mirada hasta que se hubiese metido al baño. En el instante que lo hizo, cargué la pistola con rapidez, apreté más la toalla que rodea mi cuerpo y me adentré a la cocina para ver el gran desastre que acababa de hacer. Santo Dios... platos y cuchillos rotos por todo el piso, cajones tirados también, el vino aún escurriendo, veo con terror mi propia cocina. Tengo cuidado con cada pisada que doy, mis pies descalzos corren peligro. Hasta detener mi mirada en el refrigerador, no puede ser, está abollado, con dos golpes, ¡Mi refrigerador está abollado! Eso es imposible, es imposible abollar un refrigerador, o al menos eso pensaba, y en ambas profundas abolladuras hay sangre, de sus nudillos. Observo todo a mi alrededor con incredibilidad. Lo escuché abrir la puerta del baño, me puse alerta en el instante sosteniendo bien mi arma. Caminé a la puerta de la cocina para comenzar a asomarme con cautela, está él acercándose con tranquilidad como si nada hubiese pasado.
—Perdón por lo de tu cocina, dulzura. -Dijo apenado- Mañana mandaré a mis hombres para que la arreglen.
Él notó mi incredibilidad y miedo ante él, comenzó a dar pasos hacia mi y yo en reversa, cuando lo notó, se detuvo. Y sobretodo porque alcé mi arma.
—Perdón si te lastimé cariño. -Dice apenado- No tienes por qué tenerme miedo, puedes salir de ahí.
Dudoso, pero no tengo opción. Comencé a salir más.
—Bajemos esa arma. -Pidió con amabilidad alzando sus manos delicadamente- No soy un monstruo.
De hecho, lo eres, o eso es lo único que pienso después de haber visto todo lo que acaba de suceder.
—¿Por qué no te subes a cambiar? -Me pregunta ya que me ve demasiado nerviosa e incómoda en este instante- Así estarás más cómoda.
No respondí, pero tiene razón, caminé hasta la escalera pasando lo más lejos posible de él aún apuntando, y subí hasta mi cuarto. Me cambié lo más rápido posible, pants negros y una blusa gris pegada a mi cuerpo, ni siquiera pensé en secar mi cabello porque aún sigue escurriendo, estoy incrédula y nerviosa ahora mismo. Viendo a través de la ventana de mi cuarto, viendo la luna, dándole vueltas a lo que acaba de suceder, no quiero bajar de nuevo, doy profundas respiraciones para poder calmar mi ser.
—No tienes que tenerme miedo, dulzura.
Volteé con rapidez a la puerta, ahí está, recargado en el marco de ella, viéndome con una ligera sonrisa, su rostro muestra calma en él.
—Solamente me enojé un poco. -¿¡Un poco!?- Suelo ser alguien muy explosivo. -Admitió remojando sus labios, sin quitar su mirada de la mía- Y sobretodo.. -Calló unos segundos tratando de decir las palabras adecuadas- Alguien muy celoso.
—Harry.. -Por fin me armé de valor en hablar, por fin salen palabras de mi- Lárgate ahora mismo de mi casa.
Alzó sus cejas sorprendido, no era la respuesta que esperaba. Para mi, no es algo del otro mundo lo que acaba de pasar, siendo criminal estoy acostumbrado a terribles ataques de ira, pero tengo que admitir, que ninguno como este.
—Dulzura. -Trató de explicarme, se nota que no quiere que piense mal de él, comenzó a adentrarse a mi cuarto con pisadas lentas y firmes- Estuvo mal como reaccioné.
—¿Tú crees? -Pregunté molesta-
—Pero quiero que sepas, que nadie me vuelve loco como tú.
—¿Es una especie de cumplido? -Pregunté aún más molesta-
Caminó más y más hasta estar frente mi, su figura tan imponente, no me moví mostrando que no le tengo miedo.
—Me tienes hecho un desastre. -Dijo frustrado- Me mentiste a la cara traicionando mi confianza, te burlas de mí con tus amigos, regresas con el imbécil de Malik frente a mis ojos.. -Enlista todas las cosas que he hecho en los últimos meses- Y aún así, sigo vuelto loco por ti.
Abrí los ojos de par en par ante sus palabras, ¿Qué acaba de decir? Por un momento, todo mi cuerpo tembló internamente, Harry no es de estar loco por alguien, ¿O sí? Más bien él está loco sin ayuda de nadie.
—Y es por eso que no te quiero compartir, dulzura. -Dijo pasando saliva, tratando de borrar con rapidez el recuerdo de verme besar a Zayn mientras nos despedíamos, cuando él veía desde su carro- Eres solo mía.
Mis sentimientos por Harry los he ocultado muy profundamente, incluso cuando nosotros dos estábamos bien, nunca quise admitir nada porque eso le daría más poder de lo que cree tener conmigo.
—Esto es una locura. -Solté- No me digas que este discurso tuyo solo me lo dices a mi, ¿O también a tu noviecita rubia? -Bufó, negando rotundamente-
—Creo que no entiendes lo que eres para mí..-Lo interrumpo-
—No Harry, créeme que no entiendo un carajo de lo que es esto. -Dije desesperada, me encuentro tan frustrada- Un momento me odias y me haces la vida imposible, y al otro estallas de celos por verme con alguien más diciéndome que te traigo loco.
—Entonces ya entendiste a lo que me refiero cuando te digo que me traes hecho un desastre. -Dijo al alzar una ceja coquetamente-
—Soy una criminal Harry. -Dije apuntando lo obvio- Y tú un oficial, esto está mal.. -Quise creerme mis palabras por más que una parte de mi no quería decirlas, o creerlas, una parte de mi lo quiere a él- Esto sería imposible. -Dije negando, sabiendo que sería una mala idea con malas consecuencias para los dos-
Comenzó a acercarse más a mi, tuve el valor de no retroceder y permanecer quieta, no sé que planea hacer, alcé mi mirada a la suya, quien me veía con delicadeza y tranquilidad, subió su cálida mano a mi mejilla, mi cuerpo comenzó a temblar de cosquilleo, su cálida mano en mi mejilla era el primer contacto que tenemos desde hace mucho tiempo.

La Criminal. Segunda Parte.Where stories live. Discover now