Capítulo 7. Dios no me dio misericordia.

1.5K 91 17
                                    

—Nos van a matar.

Una bolsa negra no me deja visualizar absolutamente nada más que la obscuridad de ella.

—Nos van a matar. -Repitió-

—Cierra la puta boca.

—¡Sabía que sería muy peligroso traerlos a ustedes como rehenes! -Dijo aún más angustiado- Nos van a matar.

—No lo harán. -Dije segura- Ya lo hubieran hecho, ellos quieren algo.

—¿¡Cómo mierda ustedes van tan calmados?! ¡Nos cubrieron los ojos! -Dijo otro oficial ruso-

—Oficial si no se calla, no sé cómo le haré pero voy a partirle su puta madre.

Calló de golpe. Nos habían dividido en las grandes camionetas que traían, no había logrado distinguir quiénes iban conmigo, más que a Max que había callado al oficial tan desquiciante. Callaba y callaba, cuento en mi mente los minutos que llevamos, trato de analizar todas las curvas con ojos cerrados, ¿A dónde nos estarían llevando? ¿Y que querían?

—Nos van a matar. -Repitió con miedo-

—Ojalá solo a ti para que aprendas a callarte mal parido.

La voz de Zayn la reconocería fuera donde fuera, me calmó escucharlo, inclusive sentí un peso menos en mi pecho, uno más de los míos, espero que hayan más, porque al parecer de los rusos vienen algunos. Callamos durante todo lo que faltaba, alrededor de una hora. Fue un camino eterno. Sentí la camioneta frenar, y así bajándose los hombres encapuchados a abrir las puertas.

—Abajo. -Dio la orden-

Nos fueron bajando, estando esposados y aún con la bolsa negra cubriendo nuestras cabezas, siento cierta desesperación. El frío de Londres como lo extrañaba, más no para una situación cómo ésta.

—Caminen bastardos.

Comenzaron a guiarnos con empujones, siento terracería, rocas, o pasto al pisar, como si estuviéramos en un bosque. Nos fueron empujando alrededor de otros diez minutos.

—Por favor señores, se los suplico, podemos entregarles a los criminales, nosotros somos oficiales de la embajada rusa y ...

Calló al ser golpeado, escuché que había sido con un arma, en la cabeza por el ruido tan hueco. Yo seguía en silencio. Por fin llegamos, o eso quiero suponer al estar parados oyendo como abría al parecer un garage. Nos fueron metiendo con brusquedad.

—¡Por favor! -Suplicó otro oficial-

—¡Que cierres la puta boca! -Gritó Louis-

Escuché un alboroto con golpes, ¡Mierda! No veo un carajo. Cuando sentí un fuerte golpe en mi pómulo dejándome inconsciente.

...

Comenzó a abrir sus ojos con lentitud, la vista nublada y borrosa con un enorme dolor de cabeza. Se quejó. Fue tratando de abrir cada vez más sus párpados para visualizar la escena. Todos atados a diferentes tubos enormes que pegaban al techo, parecían postes, específicamente dos por tubo, dándose la espalda uno con otro. Quiso moverse con desesperación pero fue inútil. Nos visualizó a todos nosotros, y después en donde nos encontrábamos, parecía una fábrica abandonada, hecha pedazos por todas partes donde no se encontraba nadie más, solo nosotros, con casi todo obscuro dando a suponer que era la madrugada total. Lo extraño era, que donde nos encontramos atados, había una luz, luz tenue para que nos lográramos visualizar todos. Solo un foco encima de nosotros.

—¿Y ahora qué haremos Jov? -Preguntó su compañero amarrado de espaldas a él, acabado de darme cuenta que Jov es el nombre del líder-

—No sé. -Responde angustiado al pasar saliva- ¿Qué ha pasado?

La Criminal. Segunda Parte.Where stories live. Discover now