La Culpa de Amina

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Itzel llegó agotada a su casa. Su mamá corrió a abrazarla. La noticia de la muerte de Rafael ya se había propagado a todos los Clanes, sin embargo desconocía la causa de su deceso. Itzel correspondió al abrazo. También fue recibida por Loren, lo que agradeció enormemente. Le entregó la cesta a su hermana y les pidió que, por favor, la dejaran ir a darse un baño.

Aquel era el domingo más triste de su vida. Peinó su larga cabellera. Vistió un vestido negro con florecillas blancas y se sentó en la sala donde la esperaba toda su familia, alistada para acompañar a los Aigner en su dolor.

—¿Qué ha ocurrido?

—Fue horrible, mamá —confesó negando con su cabeza, ¡era imposible que todo eso estuviera pasando!—. La Hermandad se reunió, estábamos esperando a Maia cuando sentimos el ambiente enrarecido, los pájaros comenzaron a huir, y como Irina se había marchado, pensamos que quizás corría algún peligro así que nos lanzamos a buscarla. Corrimos hasta el ala norte, algo nos atrajo hacia aquel lugar y cuando llegamos el señor Rafael yacía sobre el regazo de Maia.

—¿La ciega? —gritó Loren.

—Sí. El Sr. Rafael tenía una flecha clavada en la espalda. Una flecha roja como la que nos salvó en nuestro campo de entrenamiento. Todo fue confusión. Irina la acusó de ser la Imperatrix de los Harusdra.

—¡Por el Solem, Itzel! ¿Cómo pudieron pensar eso?

—Lo sé. ¡Lo siento, mami! —contestó, llorando—. La verdad es que ella no es la Imperatrix, es la verdadera Primogénita de Ignis Fatuus. —La madre se llevó las manos a la boca, horrorizada por lo que acababa de escuchar—. Pero no lo supimos de inmediato. Saskia la atacó y unos supuestos guardianes, soldados —explicó—, ¡no sé lo que eran! Aparecieron y uno de ellos, Gonzalo, llevaba un arco y una flecha idéntica a la que el abuelito de Aidan tenía en la espalda.

» Estábamos confundidos. Dominick actuó. Yo no sabía qué hacer, y luego, ellos mismos, se burlaron de nosotros. —Hizo una pausa para llorar—. No entendía lo qué pasaba hasta que Maia mostró sus Sellos. Después, ni siquiera sé qué fue lo que ocurrió pero estuvimos a punto de atacarlos, mas Aidan se derrotó, y nadie tuvo valor para enfrentarla. —Susana la atrajo hacía ella para abrazarla—. Ella estaba muy mal, bañada en sangre, había llorado... Mami, te juro que en ese momento y aún ahora, no sé si es o no, nuestra enemiga.

—Tranquila, mi chiquita.

—¿Y cómo salieron de allí?

—El otro chico iba a acabar con nosotros, y ella se le tiró encima. El poder del chamo desapareció. —Se apretó a su madre—. Y todos temblamos. Si ella era capaz de quitarle el poder a un miembro de su Clan, ¿qué no habría hecho con nosotros? Supe de inmediato que fue ella la que acabó con la verdadera Harusdra del colegio, y que si hizo eso, también podía acabarnos. ¡No sé qué pensar!

—Hijita mía —le dijo a Loren—, ¿puedes dejarnos a solas? —Loren asintió, llevándose a los niños con ella—. ¿Estás bien?

—No —contestó Itzel. Bien sabía que su madre no se refería a su estado de ánimo porque era evidente que estaba destruida—. No, mamá. Usted me dijo que el amor de Evengeline y Ackley fue maldito por la misma Hermandad, ahora tenemos a un enemigo que temo es más poderoso que los mismos Indeseables.

—Itz —dijo tomándole el rostro entre sus manos—, el amor nunca es maldición. Siempre temí que Ignis Fatuus nos guardara rencor por lo qué pasó. Nuestro Clan también lo hubiese hecho. Pero tú siempre has sentido mucha afinidad hacia esa niña, y yo confió en tu perspicacia. Eres una personita muy inteligente, hija mía.

La Maldición de ArdereTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang