Ignis Fatuus

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Saskia entró con Irina a la enfermería, mientras Itzel se quedó afuera esperando por noticias. A la señora Salcedo no le gustaban las visitas masivas en su cubículo, tampoco las preguntas repetitivas de los padres, en especial cuando estaba atendiendo a algún estudiante. 

La enfermería era un poco estrecha, tenía una camilla con una sábana azul que poco se veía dado a que la cortina la ocultaba por completo. Un dispensario de madera con puertas de vidrio en donde se destacaban botellas de diversos tamaños y colores, el escritorio de fórmica bastante usado, un banquito para recibir al acompañante y la silla que era propiedad exclusiva de la señora Salcedo.

Itzel seguía recostada de la pared cuando Aidan y Dominick llegaron. Tenían una actitud de derrota, lo que le hizo suponer que no habían encontrado ni a Maia, ni a Ibrahim. No estaban ni en los baños, ni en el gimnasio, ni en el comedor, ni en el patio, ni habían regresado a los salones. Aidan le había repicado un par de veces a su amigo, pero este no contestaba. Finalmente, le mandó un mensaje por Whatsapp el cual esperaba que leyera.

—¿Ha dicho algo la enfermera? —preguntó Dominick.

—Aún nada. Pero Irina es mala hierba, no morirá.

—No podemos tratarla así —le replicó Aidan—. Ahora es una de nosotros.

—En eso tienes toda la razón —confesó Itzel—. En fin, necesito que alguien me explique por qué nuestra atacante desapareció —dijo volviendo al tema del agravio.

—Creo que estaba jugando con nosotros —respondió Dominick—. Esa tipa tenía una fuerza descomunal. ¡No podías lastimarla!

—Y si lo hacía se recuperaba rápido —agregó Aidan.

—Yo he visto eso una sola vez. Esa Indeseable parecía tener un control similar al de Saskia. Alguien debió enfrentarse con la verdadera. Es la única explicación lógica que le encuentro a todo esto —opinó Itzel.

—Ella repetía una canción sin detenerse, y ¡no perdía su concentración! —acotó Dominick.

—Es cierto, y llamaba a Ignis Fatuus —agregó Aidan.

—Chicos, yo no creo que Irina sea la Primogénita. —Ambos miraron a Itzel—. Tengo una fuerte corazonada de que otra persona derrotó a la Indeseable. Irina tuvo que toparse con ella, de lo contrario no estaría en ese estado.

—¡Hola! —saludó Saskia, quien acababa de aparecer—. La señora Salcedo dice que tiene una crisis, está en shock, y tiene algunas quemaduras.

—Saskia, por favor —le rogó Itzel—. Dinos la verdad, ¿Irina es la sexta?

Saskia chasqueó la lengua, dándole la espalda a todos.

—¡Itzel! —le reclamó Aidan, para luego alejarse de su amiga.

—Deberías dejar las cosas como están It —le recomendó Dominick—, y no te preocupes más por eso. ¡Nos vemos!

 ¡Nos vemos!

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La Maldición de ArdereWhere stories live. Discover now