Reconciliación

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La tarde se mostró muy fresca a pesar de la lluvia. Itzel estaba tirada en una hamaca leyendo Ifigenia. Se había propuesto leer una tercera parte de El Balcón de Julieta, pues quería aventajar a todo su curso, además de que amaba la narrativa de Teresa de la Parra. 

Había aprovechado la mañana para descansar y olvidar que Irina la había hecho madrugar, por lo que su humor había mejorado notablemente, o por lo menos eso llegó a creer hasta que vio a Ibrahim parado frente a ella.

—¿Qué quieres? —le dijo.

—Pensé que estarías de mejor humor —comentó haciendo el intento de sentarse en la hamaca.

—¿Estás loco? —le gritó—. No dejaré que te sientes hasta que no me des una explicación sobre lo que pasó el martes.

—Es algo complicado.

—Deberías intentarlo si es que quieres que te vuelva a hablar —le retó.

—Itzel, no creo que Aidan tenga que andar involucrándose en relaciones amorosas en estos momentos. No es sensato. Poco es lo que sabemos de la Hermandad y de nuestros enemigos, y sabes mejor que nadie que exponemos a Maia con nuestra amistad.

—¿Qué fue lo que ocurrió el día que nos atacaron? —le preguntó. Estaba tan nervioso que tuvo que disimular arreglándose los lentes—. Aidan nos dijo que te habías ido con Maia.

—Por eso mismo —le contestó—. Itzel, no puedes decirle nada a Aidan, pero Maia estaba tirada en el suelo cuando llegué. Creo que la atacaron.

De todas las cosas que Ibrahim pudo haberle dicho no se esperaba esa, pero tampoco tuvo motivos para dudar de la veracidad de los hechos, lo conocía muy bien y sabía que no estaba mintiendo. Aquello era grave, en todos los sentidos.

—Perdóname por pensar que lo hacías movido por los celos —le confesó, cediéndole un espacio a su lado—. Siempre has sido una persona muy noble.

—Lo intento. —Sonrió, tomando el libro para leer con ella—. Pero no debes decirle nada a Aidan, ni a Dominick, no quiero que se preocupen más.

—Tienes mi palabra.

No había mentido del todo. Maia no quería que se supiera la verdad, se negaba a conocer al resto de la Hermandad y él no los delataría, pero tampoco podía permitir que los sentimientos de Aidan por ella crecieran, eso solo traería desgracias para todos, en caso de que ella también lo quisiera, de lo contrario el único que sufriría sería su amigo.

 Maia no quería que se supiera la verdad, se negaba a conocer al resto de la Hermandad y él no los delataría, pero tampoco podía permitir que los sentimientos de Aidan por ella crecieran, eso solo traería desgracias para todos, en caso de que ella...

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La Maldición de ArdereWhere stories live. Discover now