Rivalidad

373 54 8
                                    

Dominick se sentó al lado de Ibrahim en cuanto terminó el recreo. Necesitaba confirmar si lo que ocurrió en el comedor no era fruto de su imaginación. Francisco, el compañero de mesa de Ibrahim, lo miró con cara de pocos amigos, cuando le indicó que desde ahora él se sentaría allí. Pero no solo él se sorprendió del cambio de mesa de Dominick, Martina e Irina también lo hicieron. No había razón para que estuvieran juntos. 

Mas si los comentarios de pasillo podían importunar a Ibrahim, a Dominick nunca le habrían interesado: Él hacía lo qué quería, cuándo quería y cómo quería. Lo había demostrado en más de una oportunidad.

—¿Lo viste? —le murmuró, acercándose a su pupitre.

—Sí, hay por los menos cinco estudiantes que pertenecen a mi Clan —contestó en un dejo de voz.

—Dime, ¿qué haremos?

La docente había entrado al salón. Todos se acomodaron para una interesante clase de Química.

—Tenemos que hablar... Salón de música.

Dominick no dijo nada. Sabía que tenían que atar cabos. Él aún no conocía mucho sobre su Clan, y se estaba dando cuenta de que la Hermandad tenía muchas interrogantes que ninguno podía responder.

 Él aún no conocía mucho sobre su Clan, y se estaba dando cuenta de que la Hermandad tenía muchas interrogantes que ninguno podía responder

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El recreo había terminado, y no solo el primero, también el segundo. 

Maia no se sentía bien. Jamás había discutido con Dominick, tampoco podía entender qué era lo que le estaba molestando. No había vuelto a hablar con Aidan, el cual tampoco le había buscado conversación durante toda la clase. 

Llevando sus dedos hacía el reloj, verificó la hora: Un cuarto para las doce. Se acercaba la hora de la salida y eso le dio alegría.

Antes de que profesor los dejara marchar, Martina entró al salón. Era una de las mejores bailarinas del colegio, por lo que no era de extrañar que la maestra de danza la autorizara para promocionar el Club de Danza.

—Buenos días, mis muy estimados compañeros —comenzó—. Como todos ustedes saben, el Club de Danza comenzará los ensayos para las tradicionales presentaciones de Navidad dentro de quince días y queremos darle la oportunidad a los nuevos talentos del colegio de audicionar y formar parte de nuestro selecto grupo. ¡Bien! Los interesados deberán presentarse en el Auditorio el próximo sábado, a las dos de la tarde. Esperamos contar con su participación. ¡Eso sí! Deben anotarse hoy para organizar el horario. Cada participante tendrá ocho minutos: Tres para la presentación y cinco para que los jueces deliberen. El lunes se publicarán los resultados en la cartelera que está fuera del salón de ensayos. —Todos la miraban con agonía. Tratar de entrar a ese club era más complicado que conseguir un cupo en la Universidad. Eran realmente buenos, y demasiado excluyentes, solo aquellos capaces de soportar terribles humillaciones serían capaces de presentarse. Eso, por lo menos, lo sabían todos los estudiantes de Quinto Año—. ¿Quién está interesado?

La Maldición de ArdereWhere stories live. Discover now