Capítulo 38.

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Estimado lector ¿Cómo estar sin ti? Estará de forma temporal en Wattpad ya que está a la venta en versión digital y física por Amazon . Será retirada nuevamente en un par de días. (25 DE DICIEMBRE)

El calor de sus besos y la precisión de sus caricias me hacen delirar. No hay forma de detenerlo y, sin embargo, lo tengo que intentar. Cualquiera podría vernos.

—Estamos en tu oficina.

—No me importa.

—Podría venir alguien. Adam... —susurro y me desnuda de la cintura hacia abajo.

—Te necesito.

—¿Podemos esperarnos a que estemos en casa? —Honestamente no quiero que se detenga, pero supongo que uno de los dos tiene que ser maduro. Aunque no sé a quién quiero engañar, soy la menos indicada para ese puesto, menos cuando me mira de la forma en la que lo está haciendo.

—En la noche te haré mía nuevamente —responde y se baja los pantalones.

—Eso me parece obsesivo —apenas y puedo hablar. Me levanta en el aire y me pone en sus caderas. Al menos la puerta ayuda a que no me caiga.

—Oh, Maya... Te sorprenderías de lo fácil que es obsesionarse contigo. —Me besa y quizás sus palabras no son muy sanas, y a pesar de saberlo han aumentado mi deseo—. Si nos movemos de aquí nos pueden ver por la pared de vidrio, pero, si te quedas quieta no pasará —me dice antes de hacer sus caderas hacia atrás y darme la primera estocada.

—No estás usando protección —me alarmo.

—No te preocupes, hobbit. Hay soluciones para eso. —Estampa su boca sobre la mía y me olvido de todas las consecuencias de este acto alocado que estamos cometiendo.

Su camisa está abierta en el centro e introduzco mis manos por la abertura hasta llegar a su espalda, entierro mis uñas en su piel y con cada embestida mi espalda pega en la puerta y vibra como toda yo. No importa que no nos estén mirando por la pared de vidrio. Estoy muy segura de que el movimiento de la puerta ya ha llamado la atención de los trabajadores.

—Dime que te quedarás siempre conmigo —habla entre jadeos que intenta aminorar.

—Adam...

—Dímelo por favor. Necesito escucharlo.

—Me quedaré. —Su miembro entra como nunca—, me quedaré contigo siempre.

A veces siento que todo este sentimiento crece a un ritmo poco adecuado, no tan sano ni prudente y yo ignoraré las alarmas y me enfocaré en esto que somos los dos, un amor profundo, intenso y arrebatador.

—¿No dejarás que otro te toque? —Otra estocada poderosa.

—No, solo tú —respondo con la voz quebradiza.

—¿Seré el único en tu vida? —¡Carajo! No puedo ni hablar—. Maya...

—El único.

Siento el líquido recorrer mi interior y abro mucho los ojos. No tengo ni la menor idea de cómo se soluciona esto. Me baja lentamente de sus caderas y besa mi frente. Se queda ahí un largo rato, hasta que alguien intenta entrar a la oficina. Me ayuda a vestirme y se viste aún con más rapidez. Disimulo al sentarme en una de las sillas junto al escritorio. Me sonríe con ternura antes de abrir. Me arreglo el cabello y entonces miro entrar a sus padres.

De todas las personas que podían aparecer, tienen que ser precisamente ellos. Como en ocasiones anteriores Ernesto me regala una amable sonrisa y Samantha me mira con severidad. Mis mejillas se encienden cuando la severidad pasa a curiosidad y sé perfectamente lo que está pensando cuando sus ojos viajan de Adam hacia mí repetidas veces.

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